El desastre que se temía se ha producido. El huracán 'Sandy' tocó tierra a primeras horas de la noche (madrugada en España) en New Jersey, y, aunque remitió la fuerza y se convirtió en un ciclón postropical, con vientos de 130 km/h, ha sido tan devastador como se esperaba. Principalmente por la subida de las aguas, que ya era la principal preocupación antes de su llegada. Las inundaciones llegaron en Nueva York al barrio de Tribeca y a Chinatown. En definitiva, el huracán que había paralizado la Gran Manzana, dejándola por segundo día consecutivo sin metro, ni autobuses ni trenes de cercanías ni de larga distancia, sin colegios y con los puentes y túneles cortados al tráfico, a su llegada la inundó.

El presidente de EEUU, Barack Obama, ha decretado esta mañana el estado de "catástrofe mayor" en el estado de Nueva York y en Nueva Jersey. Esta decisión significa que "los fondos federales están disponibles para las personas afectadas en las zonas del Bronx, Kings, Nassau, Richmond, Suffolk y Queens".

El récord de la subida de las aguas en Nueva York estaba hasta ahora en una tormenta que se produjo en 1960. Sandy, antes de tocar tierra, ya había superado aquellos límites. Decenas de miles de personas que no habían sido evacuadas se quedaron sin luz y atrapadas en la ciudad. Según datos provisionales, al menos 16 personas han fallecido --cinco de ellas en el estado de Nueva York-- en la costa este de EEUU y Canadá (un fallecido). Hay casi seis millones de personas sin electricidad y un área de 1.600 kilómetros ha quedado paralizada.

En el estado de Nueva York, un joven de 30 años murió al caer un árbol sobre su casa en Queens, debido al fuerte viento. El gobernador, Andrew Como, dijo que otras cuatro personas habían fallecido en el estado por culpa de la tormenta, que afectó de manera virulenta a Atlantic City y Ocean City. Antes de que el huracán tocara tierra, ya nadie entraba ni salía por aire (se interrumpieron 13.000 vuelos en la zona afectada), y a primera hora de la tarde se rompió una grúa de construcción en el edificio de apartamentos más alto de Manhattan y la fachada de un edificio de la calle 14 se desplomó.

Wall Street cierra por segundo día

'Sandy' está dejando escenas bastante inéditas. Desde coches flotando en Manhattan, a unos niveles de agua en el Battery Park --su parte más baja-- que no se veían desde 1960, pasando por el anegamiento de la Bolsa de Nueva York, donde anoche había casi un metro de agua. Wall Street volverá a cerrar este martes por segundo día consecutivo, algo que no sucedía por motivos climatológico desde 1888.

La delicada situación en la capital económica del país, donde se temía que el metro pudiera quedar paralizado durante varios días por los desperfectos causados por el agua salada, son solo una pincelada de las dimensiones épicas del huracán. Desde Carolina del Norte a Massachusets, un millón de personas han sido evacuadas y cerca de otros seis millones --en 11 estados más el Distrito de Columbia-- están sin electricidad.

En Atlantic City, la capital de los casinos de Nueva Jersey, la lluvia, la crecida de las mareas y los vientos huracanados rompieron parte del paseo marítimo, inundaron calles y echaron abajo árboles. Su alcalde llegó a decretar el toque de queda para asegurarse de que nadie saliera a la calle. "Cuando la madre naturaleza envía su ira en el camino, quedas a su merced y lo único que podemos hacer es rezar y hacer lo que podamos"”, dijo el alcalde Lorenzo Langford tras quejarse de que "demasiada gente"” había ignorado las órdenes de evacuación. Escenas semejantes a las de Atlantic City se vivieron en otros lugares costeros, desde Maryland a las playas de Long Island.

País en vilo

'Sandy', la primera tormenta perfecta que ha impactado directamente en la Gran Manzana, ha demostrado ser capaz de frenar a una urbe siempre en movimiento. Este huracán, combinado con un frente que llegó desde el oeste y un sistema de aire ártico ha colocado en su potencialmente devastador recorrido a más de 55 millones de personas repartidas en más de media docena de estados de la costa este y está manteniendo en vilo a Estados Unidos a una semana de las elecciones presidenciales.

El presidente, Barack Obama, compareció ante la prensa para pedir a los estadounidenses cooperación ante una tormenta «grande y potente». «Cuando les digan que deben ser evacuados necesitan hacerlo --imploró--. No lo retrasen. No cuestionen las instrucciones».

Desoír la orden de evacuación

Era un mensaje que repitió en Nueva York el alcalde, Michael Bloomberg, y que retransmitían furgones policiales alrededor de edificios situados en la zona A, la de evacuación obligatoria, donde viven 375.000 neoyorquinos.

Ese mensaje recordaba a ciudadanos como Genevieve que pueden ser acusados de falta leve si se quedan. Pero ella había decidido hacerlo («no tengo dinero para ir a ningún sitio y no quiero ir a un refugio») y paseaba a su perra entre viviendas de protección oficial, donde subía y bajaba 14 pisos andando debido al corte de los ascensores. Al igual que Genevieve, Jay Maldonado escuchaba y desoía también el mensaje, junto al río bajo el puente de Brooklyn. «Mi abuela tiene 80 años, vive aquí y no se puede mover. Yo he decidido quedarme por si pasa algo, para poder ayudarle. Y tengo todo preparado, mucha agua y comida que no requiere de nevera por si se va la luz».

La orden de evacuación ponía de plazo las siete de la tarde. Aun así, Maldonado creía poder reaccionar si las cosas empeoraban y llevar a su abuela hasta el complejo educativo Seward Park, en Chinatown, uno de los 76 refugios de la ciudad. Allí pasaron la noche del domingo ya 567 personas, mezcla de residentes de zonas cercanas; gente llegada de lejos como el coreano de Queens Joon Han; un grupo de estudiantes italianos y vagabundos como Dina. «Es mucho mejor que los refugios para los sin techo», decía la mujer, de 40 años. «Hay gente sin hogar y gente normal y eso es bueno. Y está limpio».

Atrincherados

Muchos neoyorquinos demostraron ser conscientes del peligro y ya ayer la ciudad amaneció atrincherada. Aunque algunos pequeños establecimientos estaban abiertos, buena parte del comercio mantenía las persianas bajadas, así como los teatros de Broadway, y las Naciones Unidas. Hasta la estatua de la Libertad apagó la antorcha.

Antes de llegar a EE UU, 'Sandy' ya había dejado 67 muertos en el Caribe, 51 de ellos en Haití, además de dos desaparecidos en el naufragio de una carabela en Carolina del Norte que se utilizó en 1962 para rodar 'Rebelión a bordo', protagonizada por Marlon Brando.