Melanie tiene 59 años. Solía vivir en una casa de dos dormitorios en la próspera Boca Ratón, conducía un Mustang descapotable y ganaba unos 46.000 euros al año vendiendo coches. Hoy ha dejado de ser parte del 73% de propietarios y el caballo de su Ford ya no galopa en Florida, donde el gobernador, el impopular republicano Rick Scott, ha rechazado dinero federal para crear una red ferroviaria de alta velocidad.

En un estado que es el que tiene el mayor número de viviendas embargadas, Melanie vive ahora en un parque de casas móviles. Aunque no es una de las desempleadas que ha elevado el paro en Florida un punto por encima de la media nacional hasta el 8,8%, sus ingresos en un trabajo basado en comisiones han caído en unos 15.000 euros.

A Melanie le importa poco pensar en las raíces de la crisis que explican parte de su situación, una crisis que precisamente tiene en Boca Ratón uno de sus escenarios algo más que anecdóticos: en el lujoso Boca Resort & Club fue, como narra el libro Fool's gold, donde en un fin de semana de 1994 que combinó juerga y trabajo, los jóvenes tiburones de JP Morgan Chase sellaron la apuesta del banco por los complicados derivados vinculados a hipotecas.

RECHAZO VISCERAL A Melanie, conservadora en un condado que suele inclinarse demócrata, lo que le guía es un rechazo visceral a Barack Obama. "No puedo soportarlo", dice sin tapujos. El 6 de noviembre, obvia decirlo, votará por Mitt Romney. Y es con casos como el de esta mujer blanca como el candidato republicano saca buena parte de su fuerza en Florida, el estado bisagra con más peso en el colegio electoral (29 votos), y uno que, salvo en 1992, ha votado desde 1960 por quien ha acabado llegando a la Casa Blanca.

A día de hoy las encuestas dan una ligera ventaja a Romney en Florida, 2,1 puntos según la media de Real Clear Politics . Aunque el debate anoche en la Universidad de Lynn, centrado en política exterior, ayudará a definir aún más la carrera, todos los expertos avalan que lo definitivo en Florida, como en el resto de estados bisagra, será cómo se desarrolla la campaña sobre el terreno. "Quien lleve a la gente a las urnas ganará Florida", afirma el doctor en ciencias políticas Robert Watson.

En ese campo, Watson sigue viendo una ventaja a Obama. aunque solo sea por la maestría que demostró en el 2008. Pero aunque el presidente en este 2012 sigue yendo por delante, ha perdido tirón: si entonces logró registrar 658.000 votantes más que los republicanos, este año la distancia se ha reducido a 443.000. Y eso que su campaña tiene 104 oficinas en Florida, y la republicana solo 47.

Para Obama y para Romney, Florida (donde han invertido 105 millones de euros en anuncios) representa un enorme reto dada una diversidad social, económica y, sobre todo, demográfica que, como explica Watson, "hace imposible hacer una campaña monolítica".

EL PESO HISPANO Hay que dirigirse a los votantes judíos (640.000, que en el 2008 dieron el 78% de su voto a Obama). Hay que buscar a los jubilados, a los negros, a los veteranos... Y, sobre todo, hay que hacer campaña a medida para los 2,1 millones de hispanos que forman un grupo cambiante y determinante en el electorado de Florida y que Obama ganó en 2008 por 15 puntos.

El tradicional voto cubano apoya en bloque a Romney como entonces hizo con John McCain, pero ya el senador empezó a sufrir entre una generación más joven que no recuerda la Revolución. Tampoco se alinea totalmente con los republicanos la creciente población de inmigrantes e hijos de inmigrantes de Argentina, Venezuela o Colombia... Y quien gana peso son los portorriqueños. Son ya 900.000, un 28,4% del electorado hispano en Florida. Romney intenta atraerlos dado que el paro les golpea más duro. Aun así, siguen alineados con los demócratas. Y por cosas como esa, Florida aún está en juego.