Cuando un hombre inquirió en el debate sobre "quién y por qué" había negado "peticiones para incrementar la seguridad de la embajada en Libia", lo que hizo fue llevar al primer plano de la discusión nacional lo sucedido el 11 de septiembre en el consulado en Bengasi, donde en un ataque murieron el embajador y otros tres estadounidenses.

Obama, que se declaró "responsable último" de los sucedido, acusó a Mitt Romney de intentar sacar rédito político. "No conviertas la seguridad nacional en un tema político justo cuando está sucediendo", dijo. El republicano entonces arremetió contra Obama, recordando que durante días, miembros de la Administración vincularon lo ocurrido con protestas por un vídeo islamófobo. "No hubo protestas (en Bengasi) --dijo acertadamente--. Fue un atentado terrorista y llevó mucho tiempo que eso se le dijera a los estadounidenses".

En el cruce que siguió, Obama recordó que el 12 de septiembre él habló de "acto de terror" y Romney entonces cometió su error, poniendo en duda que usara esas palabras. La moderadora, Candy Crowley, reafirmó que sí las pronunció, aunque siguió vinculando públicamente lo ocurrido con las protestas por el vídeo. Y aunque Crowley dio la razón a Romney en que se tardó semanas en confirmar el terrorismo, el golpe de efecto ya le había noqueado. Pero las implicaciones de ese atentado no se resuelven con KOs televisivos. Y Obama tiene mucho que contestar.