El 23 de febrero del 2008, su chófer, Eckhard Seeber, encontró a Helmut Kohl tendido en el suelo de su casa, con la cabeza rodeada por un charco de sangre. Aparentemente, había sufrido una caída tras una lesión vascular. Desde entonces, el canciller más duradero de la República Federal de Alemania, entre 1982 y 1998, se mueve en silla de ruedas y apenas puede hablar.

Ayer, la Fundación Konrad Adenauer, ligada a la CDU, celebró en Berlín un acto en su honor para conmemorar el trigésimo aniversario de la llegada al poder del "canciller de la unificación" y "ciudadano de honor de Europa". Llegó con la cancillera Angela Merkel a su lado, y su inseparable Maike Kohl-Richter, su segunda esposa, 34 años más joven que él. Su rostro inexpresivo nada tiene que ver con aquel político agresivo artífice de la reunificación alemana y uno de los padres del euro.

Merkel alabó los años de Kohl al frente de la cancillería. Recordó el histórico apretón de manos con François Mitterrand en 1984, un símbolo de la reconciliación. Merkel afirmó que "afortunadamente, los europeos estamos unidos y esta unión se la hemos de agradecer a Helmut Kohl". El acto concluyó con una breve intervención de Kohl, y con la entrega de un sello con la efigie del excanciller, que se pondrá en circulación en octubre.

Se emitieron mensajes grabados de destacadas personalidades de su época. Así, Felipe González, que calificó a Kohl como el "gran canciller de la RFA, el hombre que ha marcado la historia de Alemania desde la II Guerra Mundial".

Ayer todo fueron elogios, pero estos días hay voces que recuerdan el escándalo de la financiación irregular de su partido en los más de 20 años que él lo presidió, así como los millones de marcos que recibió de donantes cuya identidad se ha negado siempre a revelar.

Este escándalo acabó con su carrera política en 1999 y supuso el principio de la ascensión de Merkel, que había sido ministra de Kohl entre 1994 y 1998, y en cambio, para Wolfgang Schäuble significó el final a sus aspiraciones. El actual ministro de Finanzas de Merkel se vio salpicado por el escándalo y tuvo que ceder el paso a la entonces joven política del Este. El columnista del Financial Times , Wolfgang Munchau, se suma a las críticas a Kohl: "La unificación no es sólo una de las causas profundas de la crisis del euro, también es una de las causas de nuestra incapacidad para resolver la crisis".