La eurozona comenzó ayer a andar hacia una mayor unión económica y política, para complementar la actual unión monetaria, demostrar la irreversibilidad del euro y recuperar la confianza de los mercados tras dos años de torpezas y vacilaciones. El camino será largo y no estará exento de nuevos sobresaltos. Pero el acuerdo logrado en la cumbre para avanzar con rapidez hacia la creación de un sistema de supervisión bancaria europea dirigido por el Banco Central Europeo (BCE) representa un "progreso muy importante" y un "alentador precedente" , destacó el presidente de la Unión Europea, Herman Van Rompuy.

Los líderes acordaron avanzar hacia una unión bancaria, una unión fiscal y un marco integrado de política económica. Pero optaron por no entrar a discutir ahora las cuestiones que más les dividen de ese proyecto, como la emisión futura de eurobonos y la posibilidad de mutualizar la deuda pública, que ni se mencionan en las conclusiones de la cumbre.

Pulso franco-alemán

Los líderes evitaron pronunciarse sobre el contenido del plan "Hacia una auténtica unión económica y monetaria", elaborado por los presidentes de las principales instituciones económicas de la Unión Europea (UE), debido precisamente a las profundas divergencias que enfrentan a Alemania, Holanda, Finlandia y Austria con Francia, Italia y España sobre la explosiva cuestión de los eurobonos que aparecen mencionados como posibilidad futura en el documento. "Mi posición sobre los eurobonos no ha cambiado", afirmó contundente la cancillera alemana, Angela Merkel, la principal detractora de esa fórmula. "Los eurobonos son un proyecto en perspectiva. No había que tomar ninguna decisión sobre los eurobonos en la cumbre", replicó el presidente francés, François Hollande, ferviente defensor de este instrumento de solidaridad para contrarrestar la crisis de confianza que ha venido sufriendo la zona euro.

Tras un breve debate que evidenció las divergencias existentes, los jefes Estado y de Gobierno de la eurozona optaron por encargar un plan detallado de integración, con un calendario preciso al presidente de la UE, Herman Van Romopuy, al presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, al presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, y al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.

El plan estudiará las medidas que pueden adoptarse dentro del marco del actual tratado de la UE y cuáles exigen una modificación del tratado. La elaboración del nuevo plan detallado se realizará en estrecha consulta con los 17 gobiernos de la eurozona y también consultará al Parlamento Europeo, que se había quejado de haber sido marginado en la elaboración del primer documento, a pesar de ser la única institución europea elegida directamente por los ciudadanos.