El presidente paraguayo Fernando Lugo aceptó la destitución resuelta por el Senado pero consideró que fueron transgredidos "todos los principios" legales "de manera cobarde y alevosa". Los países más importantes de América Latina hablaron de un "golpe de Estado". La Unión Sudamericana de Naciones (Unasur) y el Mercosur comenzaron a analizar las medidas que tomarán para enfrentar una crisis que excede al Paraguay y adquiere una dimensión regional. "Argentina no convalidará el golpe de Estado en Paraguay" dijo la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner y anunció que asumirá “una postura mancomunada” con su colega de Brasil, Dilma Rousseff. Paraguay es completamente dependiente de estos dos vecinos.

El venezolano Hugo Chávez, calificó a su vez de ilegal al Gobierno que emerge de la destitución y encabeza el hasta ayer vicepresidente, Federico Franco, que estaba enemistado con Lugo. "Convoco a los gobiernos de América a hacer un solo frente y unirse para defender la democracia en Paraguay", exhortó el boliviano Evo Morales. El canciller chileno, Alfredo Moreno, aseguró que el proceso llevado contra el exobispo en el Senado "claramente no cumple con los estándares mínimos que requiere la defensa de cualquier persona".

Según el secretario general de Unasur, Alí Rodríguez, "las acciones en curso podrían ser comprendidas en los artículos 1, 5, 6 del Protocolo Adicional del Tratado Constitutivo de Unasur sobre el compromiso con la democracia, configurando una amenaza de ruptura al orden democrático", se explicó.

Franco intentó salir a calmar el frente externo, hasta el momento con nulos resultados. "A los presidentes del Mercosur les decimos que entiendan esta situación. Vamos a hacer todo el esfuerzo para que esto (la crisis institucional) se normalice", dijo.

“Mal desempeño”

El Congreso acusó a Lugo de "mal desempeño" y dispuso separarlo de sus funciones por 39 votos contra 4. Todo esto sucede a poco más de 10 meses de las elecciones nacionales. "Espero que sus ejecutores tengan presente la gravedad de sus hechos", dijo el exobispo y pidió a sus simpatizantes, que habían ganado las calles de Asunción y comenzaban a recibir balas de goma de parte de la policía, que las manifestaciones, de aquí en adelante, fueran pacíficas. "Que la sangre de los justos no se derrame nunca más por asuntos mezquinos", dijo en el discurso de despedida, rodeado de sus ministros.

Lugo, que cuatro años atrás terminó con la hegemonía de casi seis décadas del corrupto Partido Colorado, y que a lo largo de estos cuatro años tuvo varios escándalos por paternidad, fue finalmente acorralado por esa fuerza y sus exaliados del Partido Liberal Auténtico (PLRA). Los cargos en su contra provocaron cierto escozor a la comunidad regional que avizora una crisis parecida a la que tuvo Honduras dos años atrás cuando lo echaron a Manuel Zelaya.

Los senadores colorados y liberales lo acusaron de complacencia durante la ocupación de una finca el pasado 15 de junio en Curuguaty, a unos 240 kilómetros de Asunción, donde murieron un total de 17 personas, seis policías y once campesinos. El episodio no ha sido aún esclarecido y no faltan quienes piensan que todo fue una maniobra, la estocada final, para tumbar a un presidente sin estructura partidaria. A Lugo también se lo responsabilizó de haber permitido, cuatro años atrás, un mitin socialista en un cuartel y fomentar una agrupación campesina que los grandes terratenientes califican de subversiva. De esta manera, Paraguay vuelve a enfrentar una situación tan delicada como la de 1999, que marcó la salida del poder de Raúl Cubas, en medio de varios muertos.

“Condena anunciada”

"Las violaciones se repiten. Esto es una condena anunciada con libreto impreso. No puedo concebir tamaña burla", dijo el abogado de Lugo, Adolfo Ferreiro, durante el alegado de la defensa. "Lo que se busca es el derrocamiento de un presidente. Es un asalto al sistema democrático", añadió.

"El proceso se hizo de una manera un poquito rápida que a mi y a todos los paraguayos nos sorprendió", dijo Franco, tras tomarle juramento a los ministros. Antes, cuando le tocó su turno, lo traicionó su mente: en vez de decir "el destino quiso" que asumiera el Poder Ejecutivo en estas circunstancias, dijo "quise". Los analistas trataban de descifrar a qué intereses responde.