Setenta y nueve ataúdes cubiertos con la bandera palestina entraron ayer en la Muqataa de Ramala, sede de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con honores de funeral de Estado. Allí los esperaba el presidente palestino, Mahmud Abbas. Los féretros contenían los restos de palestinos que han muerto en ataques dirigidos a israelíes --algunos suicidas-- desde 1975.

Al entrar en el recinto, las fuerzas de seguridad palestinas los saludaron y dispararon diversos tiros al aire. Decenas de familiares esperaban los restos, que se dispusieron junto al mausoleo del líder histórico Yaser Arafat, para enterrarlos definitivamente en sus localidades de origen. "Hemos esperado 16 años. Cuanto más hablaban del acuerdo para entregar los cuerpos, más ganas teníamos de que se hiciera realidad", dijo Um Ramez Obeid, que recuperó los restos de su hijo Ramez.

Doce ataúdes más llegaron a Gaza, donde fueron honrados en una ceremonia militar por las autoridades de Hamás. Más tarde fueron trasladados a la principal mezquita de la ciudad de Gaza, donde sus familiares pudieron velarlos antes de ser sepultados de nuevo. Las autoridades israelíes habían entregado los féretros a los palestinos a primera hora en el valle del Jordán.

Procedían de uno de los cementerios de los números, donde Israel entierra a los "combatientes enemigos", identificando sus tumbas con cifras. Para los israelíes, estos palestinos son "terroristas" que han asesinado a decenas de civiles, mientras que para muchos palestinos son "mártires" y "héroes".

La entrega de estos 91 restos formaba parte del acuerdo pactado entre Israel y presos palestinos con el fin de que los reclusos pusieran fin a una huelga de hambre generalizada.

Tel Aviv considera la devolución de los restos "un gesto humanitario para construir confianza y ayudar a que se vuelva a poner en marcha el proceso de paz", afirmó Mark Regev, portavoz del primer ministro israelí, Binyiamin Netanyahu.