El exgobernador de Massachusetts Mitt Romney ya es matemáticamente el candidato republicano a la presidencia de EEUU al superar, tras vencer en las primarias de Texas, los 1.144 delegados necesarios para lograr la nominación de su partido en la convención que tendrá lugar en Tampa (Florida) el próximo agosto, donde tendrá lugar su proclamación oficial con vistas a disputarle la Casa Blanca a Barack Obama en las elecciones de noviembre.

Las primarias de Texas, que repartían 155 delegados, se han convertido en toda una celebración para Romney, que ha añadido al menos 91 de ellos a su cuenta de 1.066 representantes del partido dispuestos a respaldarle, según las proyecciones de la CNN. La suma le permite sobrepasar el umbral de 1.144 delegados; concretamente sumaría 1.157.

El empresario de 65 años, que de llegar a la Casa Blanca se convertiría en el primer presidente mormón de la historia de Estados Unidos, se ha declarado "honrado y agradecido" por los apoyos. "#1144. Gracias. Sean cuales sean los retos que encontremos, no nos conformaremos con nada menos que con devolver a Estados Unidos al camino de la prosperidad", escribió Romney poco después en su cuenta oficial de Twitter.

Resurge la polémica sobre el origen de Obama

Romney no ha estado en Texas para celebrar esta victoria. Se ha concentrado en Colorado y Nevada, dos estados claves de cara a las elecciones de noviembre. Además de participar en mítines, el exgobernador ha asistido en Las Vegas a un acto de recaudación de fondos en compañía del magnate Donald Trump, quien le puso en una posición incómoda al rescatar la teoría de que Obama no nació en realidad en Estados Unidos, enarbolada por muchos republicanos y de la que Romney se ha distanciado porque su padre, que fue gobernador de Michigan y aspirante a la presidencia del país, también se vio envuelto en una polémica similar.

La victoria de Romney en Texas tambien ha marcado la derrota del congresista Ron Paul, el único de sus rivales que se mantenía en la contienda pese a haber suspendido sus actos de campaña. Pese a ello, el exgobernador lleva semanas --desde la retirada de Rick Santorum y de Newt Gingrich-- haciendo campaña como candidato de facto con un discurso enfocado en la débil recuperación económica de EEUU bajo la gestión de Obama, al que responsabiliza por la elevada tasa de desempleo, que se mantiene en el 8,1%.