La realidad social y económica que afecta cruelmente al conjunto de la población marroquí ha sido una vez más motivo para que miles de personas ocupen la calle. Esta vez, la ciudad elegida para denunciar las desigualdades sociales, la carestía de vida o los elevados índices de paro ha sido Casablanca, la capital económica. La marcha arrancó en la céntrica plaza de la Victoria y, durante más de dos horas, los participantes caminaron por la ciudad enarbolando eslóganes muy diversos.

"En la unidad está la diversidad. Ha sido impresionante no solo por la gente que ha secundado la marcha sino por la pluralidad de los mensajes", manifestó Alí Fkir, un destacado militante de la izquierda radical que pasó la mitad de su vida en prisión. Había varias corrientes de protestas: desde los que pedían el respeto a las libertades sindicales hasta los que defendían la mejora de las condiciones de trabajo de la clase obrera pasando por los que exigían el aumento del salario mínimo y mejores condiciones sanitarias.

O los que exigían a las autoridades que se respetaran los derechos humanos y mayores cotas de libertad y democracia. Reivindicaciones sociales y políticas y un mensaje común: la lucha contra la corrupción que no deja de ser el crisol que mantiene unido al establishment político de Marruecos.

ISLAMISMO MODERADO Precisamente, la baza de la corrupción --además del hastío del pueblo hacia la hegemonía de los desgastados partidos tradicionales-- permitió, por vez primera en la historia del país, que ganaran en los pasados comicios legislativos el partido islamista moderado del PJD (Partido de Justicia y Desarrollo). Su presidente y actual jefe de Gobierno, Abdelilá Benkirán, fue duramente criticado.

"En Benkirán reside parte de la responsabilidad de que el actual Gobierno no responda a las demandas de los sindicatos", manifestaron desde la Confederación Democrática del Trabajo (CDT), sindicato que convocó la marcha junto a la Federación Democrática del Trabajo (FDT), ambos vinculados al partido socialista de la USFP (Unión Socialista de las Fuerzas Populares).

Según los sindicatos, la clase obrera se encuentra ante una nueva situación marcada por el retroceso y la violación de las libertades sociales y colectivas y denunciaron la represión de las manifestaciones y de los movimientos de protestas sociales. Pero, la convocatoria de ayer fue respetada por las autoridades, cada vez más conscientes de que el poder del pueblo toma la calle como expresión democrática.

La agitación social en Marruecos existe desde su independencia, pero hasta el estallido del Movimiento 20 de Febrero no se había conocido que un fenómeno de protesta se prolongara tanto. Y no tiene visos de que la indignación popular se suavice.

Más bien al contrario. La crisis mundial ha comenzado a impactar en la economía marroquí con menos inversiones y una caída del turismo, por lo que apremia encarar con rapidez este desafío si el Estado quiere evitar nuevas movilizaciones.