¿Puede ocurrir una crisis humana en un país de la Unión Europea? Según Nikitas Kanakis, de Médicos del Mundo (MdM), en Grecia ya está ocurriendo. De hecho, ver a los voluntarios repartiendo paquetes con la divisa "ayuda humanitaria" a ciudadanos que ya no pueden costearse ni el alimento no ayuda a despejar los fantasmas.

Para Kanakis, el principal problema es la crisis de la sanidad. El presupuesto de los hospitales ha sido recortado en un 40% y se ha introducido un copago mínimo de cinco euros por consulta médica. Por si fuera poco, aquellos que dejan de cotizar a la Seguridad Social o completan el año de paro, pierden todo derecho a la asistencia sanitaria pública, lo que también incluye a sus hijos. De ahí que, según denuncia MdM, hay bebés con cerca de un año sin vacuna alguna y mujeres que acuden a dar a luz sin haber pasado ninguna revisión porque no se la pueden permitir. "Los más vulnerables se agolpan en las policlínicas (gratuitas) de MdM, buscando tratamientos, medicinas e incluso comida. El número de pacientes se ha doblado en un año", explica Kanakis.

Ejemplo dramático

En principio, los más pobres deberían recibir tarjetas de "sin recursos" y recibir una asistencia sanitaria gratuita, pero en la práctica conseguir esta tarjeta es muy difícil, pues a quien tiene deudas bancarias o con Hacienda (como ocurre con los nuevos pobres: trabajadores o pequeños empresarios sin empleo) se le deniega. "En cualquier país europeo, el Estado ofrece sanidad gratuita a quien no tiene recursos. En Grecia, es al contrario", denuncia Kanakis, a quien le hierve la sangre cuando recuerda uno de los casos tratados por su oenegé: una madre que ni siquiera tiene dinero para alimentar a su hijo a la que la sanidad griega le reclama cientos de euros por unos análisis al niño.

A estos graves problemas se añade otro: las medicinas. Desde hace meses, la Seguridad Social no abona sus deudas a las farmacias --unos 500 millones de euros--, ya que se está quedando sin fondos y, por lo tanto, muchas boticas no pueden pagar a proveedores. Según la Asociación de Farmacéuticos del Atica, hay 163 medicamentos, incluidos algunos contra el cáncer, que empiezan a escasear.

Así pues, las farmacias han decidido comenzar a cobrar el monto total de sus productos y que sean los usuarios los que reclamen la devolución del coste a la Seguridad Social. Para los pacientes normales puede no ser un problema tan grave, pero para los enfermos crónicos, cuyas medicinas pueden superar los 200 euros, abonarlas con las ya de por si recortadas pensiones o con salarios de miseria, para después esperar un incierto reembolso de la Seguridad Social, es un esfuerzo hercúleo.