La voz dominante es la del estímulo, pero no ha acallado la de la austeridad. Ayer, cuando los líderes del G-8 emitieron su comunicado final respecto a la economía global, abrieron la declaración recordando que el "imperativo es promocionar el crecimiento y el empleo" y mostraron su compromiso para dar "todos los pasos necesarios para reforzar y volver a vigorizar" sus economías. Justo a continuación, no obstante, una frase asumía la falta de unidad, al reconocer el hecho de que "las medidas adecuadas no son las mismas para todos".

No hay sorpresa en la declaración. Nadie esperaba que de la cumbre en Camp David salieran propuestas concretas, y la reunión se anticipaba más como herramienta para establecer la primera toma de contacto en un grupo en que han entrado nuevos mandatarios como François Hollande y Mario Monti, que se reunirán el mes que viene en Roma con Angela Merkel. Su llegada inclina más al G-8 hacia la apuesta decidida por el crecimiento que también favorece Barack Obama, pero Merkel, a pesar de sentir cada vez más que sus propuestas no están siendo escuchadas con la atención que merecen, sigue teniendo un peso indiscutible.

Ayer mismo, la cancillera alemana, que se reunió con Obama tras la cumbre, logró un respaldo simbólico de David Cameron, quien dijo que Merkel "acierta completamente" en su enfoque y en la insistencia de mantener los esfuerzos para reducir el déficit. Y la declaración del G-8 apoya, junto a reformas estructurales y la promoción de inversiones en educación e infraestructuras, "políticas de consolidación fiscal firmes y sostenibles que tomen en cuenta las cambiantes condiciones económicas de los países".

Anteriormente, Obama había señalado que "todos nosotros estamos absolutamente comprometidos en asegurarnos de que el crecimiento y la estabilidad, además de la consolidación fiscal, forman parte de un paquete conjunto para alcanzar la prosperidad para nuestros ciudadanos que deseamos".

Si el debate sobre cómo salir de la crisis sigue abierto, donde se cierran filas es en el apoyo unánime a que Grecia siga dentro del euro. En el comunicado, el G-8 muestra su "acuerdo en la importancia para la estabilidad y recuperación global de una eurozona fuerte y cohesionada" y afirma el "interés en que Grecia siga en la eurozona, respetando sus compromisos".

Los líderes del G-8 también incluyeron en su declaración una apuesta por dar pasos que resuciten la confianza. "No habrá crecimiento sin confianza ni confianza sin crecimiento", dijo Hollande, quien precisó que los líderes del G-8 no trataron sobre las necesidades de capital de los bancos españoles, como él había señalado el día anterior.

El G-8 prestó atención a las alteraciones recientes en el mercado del petróleo y el cambio climático y mostró su unidad en otros asuntos prioritarios de la reunión como la amenaza del programa nuclear de Irán y la violenta represión en Siria.