El grupo terrorista vinculado a la organización de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) que retiene a los cooperantes españoles Ainhoa Fernández y Enric Gonyalons ha amenazado al Gobierno español con "poner fin" a la vida de este último si el Ejecutivo de Mariano Rajoy no acata todas sus demandas. "España aplaza cada ronda de negociación para responder a nuestras preguntas y esto hace que la vida del rehén se acerque a su final", reza el mensaje, frío y sanguinario, que envió el grupo al corresponsal de la agencia France Presse (AFP) en Malí.

Los criminales exigen por los dos españoles y la italiana Rosella Urru, que también fue secuestrada en los campamentos argelinos de Tinduf en octubre pasado, alrededor de 30 millones de euros, además de la puesta en libertad de varios combatientes de Al Qaeda que se encuentran detenidos en Mauritania. Precisamente, dos de ellos están acusados de colaborar en el secuestro de los tres cooperantes.

El Ministerio de Asuntos Exteriores español mantuvo ayer la misma línea de absoluta discreción que ha marcado todo el proceso. De hecho, fuentes del departamento que dirige José Manuel García-Margallo se limitaron a decir que han tomado nota del aviso y que mantienen sus gestiones para tratar de alcanzar un acuerdo cuanto antes.

ESCISION El texto de los secuestradores lleva la firma del portavoz del Movimiento por la Unidad y la Guerra Santa en el Africa Arabe (MUJAO), Adnan Abu Walid Saharaoui, que se creó improvisadamente en noviembre del año pasado cuando los dirigentes de las katibas (guaridas) de Al Qaeda en el norte de Malí no consiguieron alcanzar ningún acuerdo económico con los terroristas que llevaron a cabo el secuestro. De esta manera, los "técnicos" de la operación se escindieron de la organización de AQMI y se rebautizaron para iniciar un proceso de negociación con los interlocutores.

Ha pasado más de medio año del rapto y todo hacía presagiar que las negociaciones habían entrado en un proceso de impasse tras la sublevación tuareg en el norte de Malí que generó un nuevo escenario, puesto que la región, donde se encuentra el bastión de AQMI, ha quedado desmilitarizada y reina una anarquía sin visos de solución. De momento, el norte del país está bajo control tuareg, y los terroristas, traficantes de drogas y armas, disfrutan de total libertad de movimiento.