Han pasado 17 años, pero los hechos fueron tan traumáticos que la tensión aflora con gran facilidad. Se pudo percibir ayer en la sala del Tribunal Penal Internacional donde se empezó a juzgar al exgeneral serbobosnio Ratko Mladic, también conocido como el carnicero de los Balcanes , acusado del genocidio de 8.000 musulmanes varones en el enclave bosnio de Srebrenica en 1995, entonces protegido por cascos azules holandeses.

Una mujer musulmana presente entre el público de la vista --Murina Subasic, que perdió a su hijo de 18 años, a su marido y a todos sus hermanos en aquella masacre-- miró al acusado y cruzó sus muñecas, simulando estar esposada, y Mladic le respondió con el gesto de cortarle el cuello. El magistrado presidente, Alphons Orie, ordenó suspender momentáneamente la vista y "el cese inmediato de interacciones inapropiadas".

DESAFIANTE Provocador, Mladic, de 70 años, hizo ostentosos gestos con el pulgar en alto a la entrada de los jueces para, acto seguido, escuchar la acusación del fiscal. Pese a estar bastante delgado, mostraba mejor aspecto que cuando fue detenido, hace ahora un año, escondido en una granja de Serbia.

El relato de los hechos que le han valido al exgeneral la acusación de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra fue un largo y detallado. No hay que olvidar que las tropas a sus órdenes acabaron con 100.000 personas y causaron 2,2 millones de desplazados durante la guerra, entre 1992 y 1995.

El fiscal, Dermot Groome, explicó que Mladic "lideró la limpieza étnica de Bosnia" y "participó plenamente en la empresa criminal que estaba en marcha". Con la ayuda de mapas demográficos de antes y después del conflicto, Groome explicó cómo localidades mixtas o mayoritariamente musulmanas se convirtieron en serbias después de la "limpieza étnica". La acusación presentó ayer nuevas pruebas que pueden prolongar el desarrollo de un juicio que ya se prevé muy largo.