El conflicto que enfrenta al régimen sirio y a sus opositores ha profundizado la división entre los libaneses, especialmente entre chiís --que controlan el Gobierno-- y suníes, que apoyan mayoritariamente a la oposición siria. Partidarios y detractores del régimen sirio en la ciudad libanesa de Trípoli se enfrentaron ayer a tiros y los incidentes acabaron con al menos tres muertos y cinco heridos, según informó la Agencia Nacional de Noticias (ANN).

Vecinos de los barrios de Bab al-Tebaneh, de mayoría suní, y de Yabal Mohsen, de predominio alauí (chií), simpatizantes del presidente sirio, Bashar el Asad, protagonizaron diversos tiroteos que acabaron con la muerte de un militar libanés y un joven identificado como Issa. En el distrito de Kobbe (suní), donde también se produjeron incidentes, un hombre murió.

El Ejército libanés, que reforzó su presencia en la zona con patrullas y controles, advirtió en un comunicado de que castigará "con mano de hierro a los que amenacen la seguridad y estabilidad de Trípoli, cualquiera que sea su grupo o afiliación".

Los combates entre partidarios de Asad y de la revolución contra el régimen sirio estallaron el sábado, después de que miembros de los servicios de Seguridad Nacional detuvieran al islamista Shadi Malaui, acusado de "vínculos con una organización terrorista". Unos cien jóvenes islamistas simpatizantes de la revuelta siria bloquearon las carreteras que llevan a Trípoli e intentaron llegar a las oficinas del Partido Nacionalista Social Sirio, pro-Asad.

El presidente libanés, Michel Suleiman, convocó ayer al Alto Comité de Seguridad. El líder de la oposición antisiria, el exprimer ministro suní Saad Hariri, pidió "contención" a los ciudadanos de Trípoli y calificó los hechos de "inaceptables", además de pedir al Gobierno libanés y al Ejército que "ponga fin al arresto de Malaui".