El cambio en la cúpula del poder en Francia, con el ascenso a la presidencia del socialista François Hollande, está provocando una alteración en los planteamientos de Angela Merkel. El entendimiento y la colaboración entre Francia y Alemania son esenciales para Europa y, tarde o temprano, llegará. Pero la vía Merkollande , como alternativa al desaparecido dúo Merkozy , no es el único camino. Ante la posibilidad de aislamiento, Merkel busca nuevos aliados. El primer ministro italiano Mario Monti es la primera opción.

Monti y Merkel se vieron en Berlín el pasado 11 de enero, dos días después de la visita de Sarkozy a la capital alemana. El responsable del Gobierno italiano demostró no sentirse cómodo con el poder decisivo que se atribuían el presidente francés y la cancillera alemana. Reivindicó su papel, y uno de los resultados más visibles de aquella reunión fue la convocatoria de un encuentro Merkel-Monti-Sarkozy para diez días después en Roma. Monti quiere demostrar que no es un simple aliado pasivo de Merkel y que, por el contrario, es capaz de influir en su política. Y en el debate entre austeridad y crecimiento, puede jugar un papel de mediador entre el socialista Hollande y la jefa del Gobierno alemán. Según el diario italiano La Repubblica , Monti y Merkel trabajan desde marzo pasado en una especie de pacto secreto para apuntalar su asociación.

En el interior, el mayor problema de Merkel son sus socios en el Gobierno Federal. Los liberales (FDP), que en las elecciones generales del 2009 obtuvieron el 14,6% de los votos, considerarían ahora un éxito llegar al 5% que les permitiría entrar en el Bundestag en otoño del año próximo, después de que las encuestas les han vaticinado en los últimos 9 meses porcentajes que oscilaban entre el 2 y el 4%, tanto en las elecciones generales como en las regionales.

El primer golpe de sus socios, ejecutado, además, por Philipp Rösler --discutido líder liberal de 39 años y vicepresidente del Gobierno federal-- se produjo a finales de febrero, tras la obligada dimisión del presidente, Christian Wulff, defendido hasta el último momento por la cancillera. Rösler propuso como candidato a Joachim Gauck, a quien Merkel se negaba a apoyar, pero al final tuvo que ceder a las pretensiones de su socio, que logró que se visualizara una coalición entre socialdemócratas, verdes y liberales, ya que las tres formaciones apoyaban a Gauck. Desde entonces, el FDP no deja de escenificar acercamientos al SPD y Los Verdes, en un intento de advertir del peligro a Merkel, pueden convertirse en el partido que le impida la mayoría necesaria para gobernar, después de habérsela facilitado hasta ahora.

RECUPERAR EL PRESTIGIO Con esta acción, Rösler intentó recuperar el prestigio entre los suyos e iniciar la remontada en las encuestas. No logró ninguno de los dos objetivos, pero sí abrió un debate sobre el daño que le podría ocasionar a Merkel la elección de un presidente que no era de su agrado. Las encuestas posteriores no indicaron desgaste y la CDU, formación que encabeza