Al menos 355 reos murieron el martes en el incendio registrado en la Granja Penal de Comayagua, en el centro de Honduras, confirmó hoy a Efe una fuente del Ministerio Público. La misma fuente aseguró que esa cifra incluye a dos presos que murieron en hospitales donde eran atendidos por las heridas que sufrieron durante el siniestro, cuyas causas investigan las autoridades. Esta madrugada finalizó el traslado de la totalidad de los cuerpos a Tegucigalpa, donde equipos forenses ya trabajan en la identificación de las víctimas, añadió la fuente judicial. Por su parte, el fiscal General, Roy Urtecho, dijo a la prensa local que los restos de los reos que fallecieron en los hospitales fueron entregados a sus familiares.

Una treintena de reclusos fueron llevados a dos hospitales de Comayagua y Tegucigalpa, para ser atendidos por quemaduras y fracturas, y algunos ya han sido devueltos al penal, situado a unos 80 kilómetros de la capital hondureña. Los familiares de las víctimas han pedido que se agilice la identificación de los cuerpos para que se los entreguen, aunque las autoridades han aclarado que esa tarea "llevará tiempo". En ese sentido, el secretario del Congreso Nacional, Rigoberto Chang Castillo, presentó anoche una moción para que se permita la entrega sin autopsia de los cuerpos de los reos que puedan ser identificados por sus parientes, informó este jueves la prensa local.

Entre las víctimas del incendio en la cárcel de Comayagua se encuentran un mexicano, un guatemalteco, un salvadoreño y un brasileño, cuyas identidades no fueron reveladas, según informó el diario La Prensa de Honduras, que cita declaraciones de la coordinadora de fiscales del Ministerio Público, Danelia Ferrera. El voraz incendio se registró hacia la medianoche del martes por causas que aún no han sido esclarecidas, aunque se presume que habría sido por un cortocircuito o la quema de un colchón por parte de un reo.

Algunos supervivientes han denunciado que los carceleros se negaron a abrir las celdas al registrarse el incendio. Esta es la peor tragedia ocurrida en los 24 centros penitenciarios hondureños, que tienen capacidad para unos 8.000 reos pero que albergan a casi 16.000, según fuentes de la Policía y organismos humanitarios locales.