En las afueras de Damasco, más sangre, más represión y más muerte; en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, extrema tensión y, otra vez, escasas perspectivas de logros reales.

Mientras las fuerzas de Bashar el Asad arrebataban ayer con letal efectividad a los rebeldes armados el control de los suburbios de la capital de Siria, dejando en los dos días de campaña al menos 130 muertos según activistas y observadores, la comunidad internacional elevaba la presión sobre Rusia y China para permitir avanzar en el Consejo de Seguridad el borrador de una resolución que llama al presidente sirio a ceder "todos sus poderes". El rechazo frontal de Moscú a ese texto, no obstante, alimenta el pesimismo.

La plana mayor de la diplomacia occidental, encabezada por los responsables de Asuntos Exteriores de Estados Unidos (Hillary Clinton), Reino Unido (William Hague) y Francia (Alain Juppé), viajó ayer a Nueva York. Se trataba de una simbólica muestra de la determinación de esas potencias de incrementar finalmente la presión internacional tras 10 meses de inacción ante la violenta represión de las protestas en Siria.

Washington, Londres y París han dado todo su respaldo al borrador de resolución redactado por Marruecos que recoge las tesis de la Liga Arabe, entre ellas, la petición a El Asad de "delegar todos los poderes" en su número dos, Faruk al-Shara. Y aunque insisten, como hizo ayer Hague, en que es "la mejor esperanza de una vía pacífica hacia delante para Siria" y aseguran que no es puerta para una intervención militar, no han logrado convencer a Rusia, China y la India de que lo apoyen. Ningún rechazo es más importante que los de Pekín y Moscú, que de ejercer su derecho a veto anularían, como en octubre, cualquier acción significativa de la ONU.

LOS RECELOS DE MOSCU Rusia es el principal aliado de Siria (el único país donde Moscú mantiene bases fuera de la antigua Unión Soviética), y sus mandos de Exteriores ni siquiera se han desplazado a Nueva York, dejando la negociación en manos de su embajador ante la ONU, Vitaly Churkin. El ministro Sergei Lavror se encuentra en Australia, desde donde ayer denunció que la oposición siria "se niega a sentarse en la mesa de negociaciones con el régimen". Y su segundo, Gennady Gatilov, denostó la resolución como "un camino hacia la guerra civil".