La tensión entre los gobiernos de Londres y Teherán vuelve a estar al rojo vivo, después de que un grupo de manifestantes islámicos radicales asaltara ayer la embajada del Reino Unido en la capital iraní. El ataque tuvo lugar en el curso de una protesta contra las nuevas sanciones impuestas por las autoridades británicas a Irán, como castigo a su programa nuclear. Un segundo edificio casi en desuso, la antigua residencia diplomática de verano del embajador británico al norte de la capital, también fue invadido y sus empleados, media docena de iranís, permanecieron retenidos durante unas horas, según fuentes locales.

El Foreign Office condenó la agresión como «un ultraje completamente inaceptable» y pidió a los ciudadanos británicos que viven en Irán que permanezcan en sus domicilios y traten de ser discretos. Los incidentes comenzaron cuando unos 300 «estudiantes universitarios» -según la descripción de la televisión iraní- se congregaron frente a la sede diplomática con pancartas en las que podía leerse El Gobierno británico es el verdadero terrorista, Responderemos a las amenazas con amenazas y La BBC miente. Otros cantaban «Debemos tomar la embajada británica» y «Muerte a Inglaterra».

Varias decenas de los congregados, unos 50, según la agencia oficial IRNA, escalaron el muro de protección y penetraron en el recinto, que había sido previamente evacuado, ante la pasividad inicial de la policía, que no intervino. Ya en el interior, los manifestantes lanzaron varios cócteles molotov, rompieron parte del mobiliario, incluido un cuadro de la reina, y reemplazaron por una bandera iraní la británica, a la que prendieron fuego. La televisión, que siguió de cerca la protesta, mostró a los participantes rompiendo los cristales de las ventanas. Después de varias horas de disturbios y cuando las principales cancillerías europeas ya habían protestado por la agresión, la policía iraní reaccionó y dio orden de despejar la zona, al tiempo que lanzaba gases lacrimógenos. Fuentes no confirmadas hablaban anoche de un herido en estado crítico.

LA RESPUESTA / En un comunicado emitido en Londres, el Foreign Office se expresó en términos muy duros. «El Gobierno iraní tiene la clara obligación de proteger a los diplomáticos y a las embajadas en su país y esperamos de ellos que actúen urgentemente para controlar la situación, asegurar que nuestro personal esté a salvo, y garantizar además la seguridad de nuestra propiedad». Estos nuevos incidentes se producen después de que el Gobierno de David Cameron prohibiera la pasada semana los intercambios financieros con instituciones iranís, incluido el Banco Central.

Londres seguía así la recomendación de nuevas sanciones propuesta por Estados Unidos, después de hacerse público un informe del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) apuntando que Irán está trabajando para hacerse con armas nucleares. Cameron espera que otros países se sumen también a esas sanciones. El pasado domingo, el Parlamento iraní votó por amplia mayoría rebajar el nivel diplomático con el Reino Unido a nivel de encargado de negocios y expulsar al embajador, Dominick Chilcott, aunque esa expulsión aún no se había llevado ayer a cabo. También el domingo, el jefe de la comisión de Exteriores del Parlamento, Alaedin Borujerdi, advirtió que si las presiones británicas continuaban, «la respuesta de los iranís no se limitará a la reducción de las relaciones diplomáticas».

DESMENTIDO OFICIAL / La amenaza se ha cumplido. La sospecha de que el asalto a la embajada pudo estar orquestado desde las altas esferas del poder fue desmentida por los portavoces oficiales del régimen de los ayatolás. «No ha sido una acción organizada. No estaba planeado» señalaron. A última hora de la tarde, el Ministerio de Exteriores iraní emitió una nota lamentando la protesta y el comportamiento «inaceptable» de algunos manifestantes.