Alí Abdalá Saleh, que ha presidido Yemen desde la unificación del país en 1990, firmó hoy un acuerdo auspiciado por el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) que puede convertirle en el cuarto dirigente en abandonar el poder desde el inicio, hace casi un año, de las revueltas en el mundo árabe.

Nacido en Bait al Ahmar el 21 de marzo de 1942, el mandatario yemení puede convertirse también en el primero en abandonar el poder en virtud de un acuerdo con una parte de la oposición, que ya ha sido ampliamente criticado en las calles.

Militar de carrera, la ascensión al poder de Saleh se inició tras la caída de la monarquía en 1968 y su participación en el golpe de Estado incruento que derrocó en 1974 al Consejo de la República.

Cuatro años más tarde, entró en el Consejo Presidencial Provisional, formado tras el asesinato del presidente Ahmed Husein al Grashim, y el 18 de julio de 1978 fue elegido presidente de la República Árabe del Yemen, escindida del sur, entonces conformado en la República Democrática del Yemen, con un régimen marxista de orientación prosoviética.

Considerado el artífice de la reunificación, efectiva el 22 de mayo de 1990, se convirtió en jefe de Estado de la nueva República de Yemen y se ratificó en la apertura democrática por considerar que debía acompañar el nuevo proceso.

El 27 de abril de 1993 Yemen celebró sus primeras elecciones legislativas libres pero en mayo de 1994 se sumergió en una guerra civil, abierta tras una tentativa soberanista del sur, que Saleh aplastó en menos de dos meses.

En 1997 el partido gubernamental revalidó la victoria en los comicios legislativos y en septiembre de 1999 Saleh se convirtió en el primer presidente yemení elegido directamente en las urnas.

En agosto de 2000 reforzó sus poderes con una reforma constitucional que le facultaba a disolver el Parlamento, cuyas leyes dejaron de ser vinculantes, y la creación de un Consejo de Estado elegido directamente por el presidente.

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra EEUU, Saleh estrechó su colaboración con Washington, maltrecha tras el atentado islamista un año antes contra el destructor norteamericano "USS Cole" en Adén, que causó la muerte a 17 de sus tripulantes. Cientos de integristas han sido detenidos desde entonces por las fuerzas de seguridad de Yemen, país considerado uno de los feudos de la red terrorista internacional Al Qaeda.

En octubre de 2003, supuestos miembros de esta red atacaron el superpetrolero francés "Limburg", a su paso por Adén, y en julio de 2007 atentaron contra una caravana de turistas españoles, ocho de los cuales murieron. Además, a mediados de 2004 se rebelaron las tribus chiíes hutíes de la región septentrional de Saada, limítrofe con Arabia Saudí, en un conflicto que sigue vivo.

Ambos bandos firmaron en febrero de 2010 un precario alto el fuego, y el 13 de julio Saleh anunció la reactivación de un pacto suscrito con los insurgentes en Doha en 2007, que estipulaba el fin de las hostilidades.

En 2005 anunció su intención de no presentarse a las elecciones y pilotar una suerte de transición que permitiría ceder el poder a alguno de sus delfines a través de las urnas. Sin embargo, meses después se retractó y concurrió a los comicios de 2006, que ganó con el 77 por ciento de los votos.

El 1 de enero de 2011 el Parlamento aprobó cambios provisionales que le permitían optar a un tercer mandato, prohibido por la Constitución, pero la presión popular en las calles le obligó a reconsiderar ese planteamiento.

Al mismo tiempo se aplazaron las legislativas previstas para abril, que debían haberse celebrado en 2010 pero que el Parlamento pospuso a la espera de unas reformas políticas y electorales que no llegaron.

Las protestas opositoras, con centenares de muertos, a las que se unió el líder de la influyente tribu Al Ahmar, generaron un clima pre bélico en la última semana de mayo.

Saleh había rechazado por tercera vez firmar la propuesta del CCG que preveía su abandono de la presidencia en favor del vicepresidente Abdarabu Mansur Hadi y le garantizaba inmunidad judicial.

El pasado 3 de junio resultó herido en un atentado contra el complejo presidencial de Saná y fue trasladado a Arabia Saudí para recibir asistencia médica, lo que le obligó a ceder provisionalmente el poder.

Tras ser intervenido en Riad, el 7 de julio reapareció en la televisión oficial yemení con un aspecto irreconocible y quemaduras en el rostro.

Durante los meses en que estuvo ausente, los enfrentamientos disminuyeron y el 12 de septiembre delegó en Mansur Hadi para que iniciara el traspaso del poder, pero a los seis días se recrudeció la violencia.

El 23 de septiembre regresó por sorpresa a Saná y retomó el poder, pese a la presión popular y las exigencias de la comunidad internacional para que renunciara definitivamente.