Ni aspecto adusto, ni cara de preocupación o de indignación. Nada parecido a los últimos discursos de Ben Alí o Hosni Mubarak destinados a evitar su caída. En Siria todo fueron sonrisas y florilegios con los señores diputados.

No daba la sensación de que a Bashar el Asad se le estuviera moviendo el suelo bajo los pies. Al contrario. El esquivo presidente compareció en el Parlamento 15 días después de iniciadas las protestas contra su régimen, y lo hizo arropado por la manifestación orquestada en su favor 24 horas antes.

La solidez y eficacia de la maquinaria del Estado autocrático da mucha seguridad. Sin duda. Pero también la da el saber que Siria no será una nueva Libia. Y es probable que si El Asad juega bien sus cartas, ni siquiera sea otro Egipto o Túnez. La jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, había calificado al retoño de la dinastía El Asad de "reformador". En el Departamento de Estado recuerdan que en Siria hay diferencias étnicas (árabes, kurdos, circasianos y armenios, entre otros) y religiosas (musulmanes sunís, chiís y los disidentes alauís, distintos cristianos y drusos). Esta estructura de la población se parece a la de Irak, y el desmoronamiento del régimen agudizaría las tensiones.

El recuerdo de lo ocurrido en el país mesopotámico tras la caída de Sadam Husein --con una guerra de por medio-- pone los pelos de punta en Washington. Por ello, la Administración de Obama preferiría que un El Asad reformista siga en el poder. Pero hay más. Cabe recordar la frase del gran titiritero de la diplomacia de EEUU, Henry Kissinger, según la cual, en Oriente Próximo no se podía hacer la guerra sin Egipto ni la paz sin Siria. La influencia de Damasco en el Líbano sigue siendo capital con su apoyo a Hizbulá. También lo es en Gaza con los extremistas de Hamás.

Este hilo conductor lleva a Siria a ser el gran enemigo de Israel y el gran aliado de Irán. Si en Egipto un futuro sin Mubarak parecía complicado, en Siria, sin El Asad es un auténtico rompecabezas en el tablero geoestratégico de la zona.

El no considerar prioritarias las reformas, ni siquiera levantar el estado de emergencia vigente desde 1963, demuestra que el régimen vive fuera de la realidad. Está dando un paso hacia un abismo que podía evitar. Esta revuelta no es como las que ya había sofocado en el pasado a sangre y fuego. El mapa político de la zona está cambiando a toda velocidad.

Rehabilitación

Dado el escaso éxito cosechado por EEUU en la demanda de reformas, y dado el tardío pero beligerante protagonismo adquirido por el presidente francés en las revueltas árabes, no estaría de más que Nicolas Sarkozy se dedicara convencer a El Asad de que se equivoca.

Al fin y al cabo, fue Francia quien otorgó la independencia a Siria en 1946 y fue Sarkozy quien en el 2008 rehabilitó al régimen sirio, recibiendo en París con todos los honores al hombre fuerte de Damasco.