Un enfrentamiento entre soldados yemeníes y supuestos miembros de la organización terrorista Al Qaeda se saldó ayer con 7 militares muertos en la provincia de Mareb, en el centro de Yemen. El episodio alimenta los fantasmas de Occidente, que teme que el país árabe se sumerja en el caos que beneficie a los terroristas islámicos si el presidente Ali Abdullah Saleh abandona el poder. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, así lo reconoció ayer en una entrevista con un televisión norteamericana.

Mientras, el cuestionado presidente, bajo presión de miles de yemenís que piden su dimisión tras 32 años en el poder, ha hecho suya la carta del temor a una somalización para insistir en que solo se marchará de una manera pacífica, ordenada y sin permitir que se extienda el caos.

Lo reafirmó ayer en una entrevista en la cadena Al Arabiya. "No tengo ningún problema para renunciar al poder ni insisto en él pero soy responsable de la seguridad del país y debo conducirlo a un lugar seguro", apuntó el mandatario. El régimen organizó una emisión de la entrevista en las calles de Saná y los opositores respondieron lanzando sus zapatos mientras el presidente Saleh lanzaba sus arengas.

BASTION DE TERRORISTAS Yemen, el país más pobre de la península Arábiga, es un importante bastión de Al Qaeda, tal y como han reconocido tanto las propias autoridades yemenís como el grupo terrorista.

El pasado mes de septiembre, el Ejército de Yemen lanzó una ofensiva contra los feudos de la red terrorista.