Los sublevados avanzan a un ritmo imparable. Lastrados por su falta de medios aéreos, su futuro era sombrío hasta la llegada de la coalición internacional. Después de la caída el sábado de Ajdabiya --segundo feudo de la oposición--, el camino parece abierto definitivamente hacia la victoria rebelde. La coalición internacional destruye la pesada artillería del dictador y luego desembarcan los rebeldes y rematan la jugada, aprovisionándose de los restos armamentísticos para emplearlos en próximas operaciones. Es lo que ocurrió ayer también. En un solo día los rebeldes reconquistaron sin resistencia cuatro poblaciones (Brega, Uqayla, Ras Lanuf y Ben Yauad) y controlaron las principales terminales petrolíferas del país. Sirte, la ciudad natal de Muamar el Gadafi, se presenta como la próxima gran batalla.

Se realizará con el apoyo de la OTAN. La Alianza Atlántica acordó anoche asumir el mando militar de toda la intervención contra el régimen libio, incluidos los ataques aéreos contra las fuerzas terrestres de Gadafi, que hasta ahora habían permanecido en manos de la coalición francobritánica y norteamericana. El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, señaló que los bombardeos aliados contra objetivos terrestres están amparados por el mandato de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que incluye la protección de la población civil y las áreas pobladas de la amenaza de los fieles a Gadafi.

ATAQUES EXCLUIDOS La OTAN ya había asumido el jueves pasado la responsabilidad de hacer respetar la prohibición de vuelos impuesta por la ONU al régimen libio. Pero los ataques terrestres contra las fuerzas de Gadafi que asediaban a las poblaciones rebeldes habían quedado excluidos por las reticencias de Turquía y por el temor de Francia a que la asunción del mando por parte de la OTAN acotaran esos ataques imprescindibles para debilitar militarmente a Gadafi.

Tras largas negociaciones y ya garantizado que se extremará el cuidado para que no haya víctimas civiles, la Alianza Atlántica asumió el mando de todas las operaciones. "Hemos encargado al comandante supremo de la operación ejecutar esta misión de inmediato", precisó Rasmussen, lo que permitirá a EEUU dejar el timón y reducir su participación en la operación, como deseaba Washington. El mando corresponde al teniente general Charles Bouchard, de la Fuerza Aérea canadiense.

En principio, su misión podrá eludir Ajdabiya, que ha vuelto a recuperar la luz y el agua. Ajdabiya da la bienvenida a miles de familias que huyeron hace dos semanas del fuego del dictador y reanudan sus vidas tras un punto muerto de auténtico pavor. "¡Gracias, Sarkozy!", grita un joven rebelde mientras conduce una pick up en cuyo remolque ha colocado la bandera de Francia.

Siguiendo la línea del desierto libio, por la única carretera que une Adjabiya con Brega, los convoyes rebeldes regalan pan, queso y botellas de agua para que fotógrafos y periodistas sigan adelante hacia el frente bélico y sean testigos de la marcha insurrecta en el camino que se espera triunfal hacia Trípoli. Cientos de vehículos adelantan a este diario a una velocidad de vértigo, haciendo sonar sus bocinas, blandiendo los kalashnikov y gastando balas revolucionarias en un acto de celebración. La caída de Sirte es el siguiente objetivo con la ayuda internacional. Ayer, los aliados ya atacaron Sirte y también Trípoli.