La crisis política portuguesa y el fantasma de un posible rescate planearán a partir de las 16.00 horas de este jueves en la cumbre de dos días que la Unión Europea celebrará en Bruselas y durante la cual se aprobarán varias medidas importantes que buscan, precisamente, poner fin a la crisis de la deuda soberana. Las malas noticias de Lisboa amenazan con estropear una cumbre que las instituciones comunitarias llevaban meses preparando. Los Veintisiete ya han pactado aprobar pues la creación de un fondo permanente de rescate para salvar a países con problemas, con una capacidad de préstamo de 500.000 millones de euros y que entrará en vigor en el 2013, cuando caduque el fondo transitorio aprobado el año pasado tras la crisis en Grecia. También darán luz verde a la reforma simplificada del Tratado de Lisboa para poder incluir el fondo de rescate, así como nuevas normas para promover el rigor en las cuentas públicas, que irán acompañadas de un nuevo sistema de vigilancia de los desequilibrios macroeconómicos para evitar fenómenos como las burbujas inmobiliarias que agravaron las crisis en España o Irlanda. Finalmente, la UE aprobará formalmente el Pacto por el Euro, que establece una serie de áreas donde los países de la moneda única tendrán que presentar compromisos concretos de actuación, que deberán cumplir en los próximos doce meses. El frente libio Pero todo este arsenal de la UE puede revelarse insuficiente a la luz de la situación de Portugal, cuyo Parlamento rechazó el último plan de ajuste de Sócrates, que había sido acogido de forma muy positiva en la cumbre de países de la zona euro que se celebró en Bruselas el pasado día 11. Además, el hecho de que la ampliación del fondo de rescate temporal se cayera de la agenda de esta cita (debido a la falta de acuerdo sobre las aportaciones de cada país) ha provocado decepción en los mercados, más aún ante el agravamiento de la situación portuguesa. No solo Portugal alterará la placidez de la cumbre. Fuentes diplomáticas admiten que se espera que las discusiones más intensas sean sobre Libia después de las abiertas discrepancias entre los países que lideran la intervención internacional contra Muamar Gadafi --Francia y el Reino Unido-- y los más reticentes, capitaneados por Alemania.