Para la respuesta a la crisis libia, los norteamericanos tienen perfectamente estructurada su cadena de mando. Sobre el terreno, en este caso el Mediterráneo, el USS Mont Wintley, un barco bien preparado para la dirección de operaciones aeronavales y terrestres, incluso de mayor envergadura. Depende del mando de las fuerzas que operan en el Mediterráneo, con sede en Nápoles --doble sombrero de la OTAN--, y, a su vez, del Africon, uno de los comandos en que divide el mundo la estrategia estadounidense, ubicado en la ciudad alemana de Stuttgart.

Por encima de ellos, el almirante Mike Mullen, su jefe de Estado Mayor. Un hombre de la confianza de Obama que se ha quedado al pie del cañón en Washington mientras el presidente descubre el Cono Sur americano. No es la primera vez que sucede. Recuérdese a Bush en un partido de béisbol durante los JJOO mientras Rusia invadía Georgia.

El almirante Mullen, con esta honesta candidez que a veces nos sorprende de los norteamericanos, al ser preguntado cómo terminará el conflicto desde el punto de vista político, contestó: "Simplemente, no lo sé". ¡Cuánta razón!

Solo sabemos que las operaciones de castigo aéreo seguirán su curso. Sobre la mesa, el texto de la resolución 1973 y la orden clara de cumplirla. Cada tripulación de Mirage, de F-18 o de Rafal está dotada de un complejo manual de reglas de enfrentamiento (ROE) que les señalan qué hacer en cada ocasión. Deben tener buena memoria los pilotos, porque algunas decisiones las pueden tener que tomar en décimas de segundo. Vamos, que no es cuestión de buscar la ROE 24, bis, modificada, en la pagina 6 del manual, para decidir si lanzan un Sidewinder contra un Mig libio.

Simplemente, no sé si Italia seguirá violando el Tratado de Amistad, Sociedad y Cooperación firmado en Bengasi en el 2008, que le prohíbe inmiscuirse en los asuntos internos libios e incluso ofrecer sus bases a terceros para intervenir contra el régimen libio. Como siempre, el derecho internacional se interpreta en clave de poder.

Simplemente, no sé si se involucrará más la OTAN, respetuosa con el consenso de sus miembros, uno de los cuales, Turquía, se muestra reticente.

Simplemente, no sé cuál es el juego de Rusia e incluso el de China. Con la abstención en el Consejo de Seguridad que aprobó la resolución 1973, la legitiman a nuestros ojos. Con su veto, hubiéramos actuado teóricamente deslegitimados, como en Kosovo. Como me decía el lunes Victoria Prego, resulta que dos países que no brillan por sus valores democráticos avalan nuestra legitimidad.

Simplemente, no sé cuál es el objetivo final perseguido. Para nada se habla de Gadafi en la resolución 1973, salvo en dos anexos finales que "prohíben viajes" a miembros de su Gobierno y congelan activos de siete mandatarios y cinco empresas. Pero subyace en la misma la derrota política y militar del coronel. ¡Tantas cosas que, simplemente, no sé!