La intervención militar internacional en Libia se ha topado ya con su primer escollo diplomático. Pese a que la Liga Arabe apoyó por unanimidad pedir la instauración de una zona de exclusión aérea en Libia, ayer, el secretario general de la organización, Amr Mussa, se distanció públicamente de las operaciones militares al decir, tras la primera jornada de bombardeos, que las operaciones se estaban alejando de sus pretensiones iniciales.

"Lo que ha sucedido en Libia es diferente del objetivo de imponer una zona de exclusión aérea, lo que queremos es proteger a los civiles y no bombardear a más civiles", manifestó Mussa.

Según fuentes libias, un total de 64 personas perdieron la vida en los ataques aéreos nocturnos y con misiles de crucero de las fuerzas aliadas, una cifra imposible de ser verificada de forma independiente. Los periodistas occidentales destacados en Trípoli, que carecen de la capacidad de moverse con libertad por Trípoli y el territorio controlado por Muamar el Gadafi, no han podido acudir a los lugares bombardeados por las fuerzas aliadas.

Así, Mussa convocó una reunión extraordinaria de la Liga Arabe para debatir la crisis en Libia, al tiempo que solicitó informes sobre los bombardeos "que han provocado la muerte y heridas a muchos civiles libios".

LA RESOLUCION 1973 El apoyo de la Liga Arabe fue fundamental para que el Consejo de Seguridad de la ONU diera el visto bueno a la resolución 1973, que además de decretar la zona de no sobrevuelo, autorizaba a emplear "todas las medidas necesarias" para proteger a los civiles, lo que significaba de hecho autorizar los bombardeos aéreos contra columnas de blindados de fuerzas progubernamentales que avanzaban en territorio rebelde.