Los ministros de Exteriores del G-8, reunidos ayer en París con el espinoso conflicto libio sobre la mesa, naufragaron en un mar de división e impotencia. Mientras las tropas de Muamar el Gadafi cercaban la ciudad de Ajdabiya, a 160 kilómetros de Bengasi, donde se encuentra el cuartel general de los rebeldes, los ministros de las principales potencias mundiales se perdían en discusiones bizantinas sobre la necesidad de intervenir. Ni siquiera hubo acuerdo sobre la creación de una zona de exclusión aérea, medida impulsada por Francia y Gran Bretaña pero que según París ha sido superada por los acontecimientos. "Seguramente ya es demasiado tarde", admitió el jefe de la diplomacia francesa, Alain Juppé.

"Francia y el Reino Unido defendemos no la creación de una zona de exclusión aérea, sino ataques concretos a objetivos militares que priven a Gadafi de la fuerza aérea que le ha permitido cambiar la correlación de fuerzas", precisó el titular de Exteriores del país anfitrión del G-8. A su juicio, esta opción, rechazada por la UE, también llegaría con retraso para evitar una masacre en las ciudades rebeldes.

Según el ministro, la fuerza militar libia no tiene más de una veintena de cazas de guerra repartidos en pocos aeropuertos militares, por lo que la idea de acabar con el potencial aéreo de Gadafi es factible, pese a que cuenta con defensas antiaéreas. "Ahora Gadafi avanza", lamentó.

Los países más reacios a la posición francesa y británica fueron Alemania y Rusia. El ministro ruso, Sergéi Lavrov, se valió de la ambivalencia de la resolución de la Liga Arabe para pedir tiempo. En su opinión, el acuerdo sobre la necesidad de establecer una zona de exclusión aérea no es compatible con la petición de la no injerencia extranjera en el conflicto. "Rusia no quiere intervenir sin un acuerdo de los países árabes y estos deben concretar cómo quieren que se apliquen sus propuestas. Esperamos ideas complementarias", argumentó. En la misma línea se pronunció Alemania. La posición, también ambigua, de EEUU no sirvió para decantar la balanza.

DIFERENCIAS Así las cosas, el G-8 decidió pasar la pelota al Consejo de Seguridad, en cuyo seno, hasta ahora, se han reproducido las mismas diferencias. Pero ante la imposibilidad de alcanzar un acuerdo para agilizar las discusiones, los ministros del G-8 cerraron la cumbre con un comunicado que apuesta porque el Consejo de Seguridad incremente su presión para que Gadafi parta. Juppé expresó su deseo de que la acción de la ONU se produzca esta semana. Antes de que sea demasiado tarde.