Desde que empezaron las filtraciones de Wikileaks de documentos vinculados a Washington, la Administración de Barack Obama ha cerrado filas y ha mantenido, al menos públicamente, una posición única. El primero en cuestionar públicamente algo referido al caso fue, el jueves, el portavoz del Departamento de Estado, P. J. Crowley, y su disenso le ha pasado inmediatamente factura: ayer presentó su dimisión.

El jueves, en un acto con un reducido número de personas en el Instituto de Tecnología de Massachussets, donde se abordaban "los beneficios de los nuevos medios en relación a la política exterior", Crowley contestó a una pregunta sobre "las torturas" al soldado Bradley Manning, único imputado por las filtraciones y detenido desde hace meses en la prisión militar de Quantico, donde, según han denunciado sus abogados, pasa 23 horas aislado en una celda y a veces es obligado a dormir desnudo y a presentarse también sin ropas ante los guardias. Aunque Crowley dijo que Manning "está en el sitio adecuado", antes criticó a sus colegas en el Departamento de Defensa, definiendo lo que están haciendo al soldado como "ridículo, contraproducente y estúpido".

CORRER COMO LA ESPUMA Sus declaraciones salieron a la luz por la presencia en el acto de una periodista de la BBC en excedencia, que colgó la información en un blog. Los tres adjetivos empezaron a correr como la espuma.