Bagdad revivió ayer las sangrientas jornadas de los años 2006 y 2007, cuando el conflicto sectario entre chiís y sunís atravesaba su momento álgido y los atentados indiscriminados causaban a diario decenas de muertos. Un kamikaze --aunque puede que, en realidad, fueran dos-- hizo estallar una carga explosiva ante la antigua sede del Ministerio de Defensa del régimen de Sadam Husein, reconvertida en centro de reclutamiento del Ejército, en el momento en el que hacían cola decenas de militares y aspirantes a soldado. La acción armada, que causó al menos 57 fallecidos, fue atribuida a la rama local de Al Qaeda, que pretende enviar un mensaje intimidatorio a quienes aspiran a enrolarse en las fuerzas de seguridad iraquíes, que el próximo 1 de septiembre deben asumir plena operatividad en el país.

"Estábamos esperando en una cola muy larga; había también oficiales y soldados; de repente, sucedió una explosión; gracias a Dios, solo mi mano resultó herida", explicó a Reuters TV Saleh Aziz, un recluta herido, mientras los doctores le trataban en el hospital Al Karkh. Según una fuente militar iraquí, es probable que fueran en realidad dos suicidas, lo que confirmaría la impronta de la rama local de la red liderada por Osama bin Laden. "Había un número muy elevado de reclutas en el lugar; se permite en cada ocasión la presencia de 250 aspirantes", explicó la fuente.

FALLARON LOS CONTROLES La deflagración sucedió alrededor de las 7.30 horas (una hora menos en España), sin que los controles de seguridad pudieran identificar al suicida ni detectar su chaleco con carga explosiva. "No comprendo cómo el kamikaze ha podido penetrar en el recinto, porque era necesario pasar un control electrónico y un registro personal; debió haberse escondido allí desde la noche anterior", afirmó Ahmed Jazem, de 19 años. "Tras la explosión, todo el mundo huía en todos los sentidos y los soldados disparaban al aire; vi a gente que yacía sobre el suelo, con el cuerpo carbonizado o ensangrentado", añadió.

Se trata de uno de los más sangrientos atentados desde que empezó el año, y coincide con una ofensiva de los insurgentes contra el estamento judicial iraquí, en una serie de acciones que, a decir de los observadores, son "coordinadas".

El presidente del Tribunal de Apelación, Kamal Jaber Bandar, fue herido junto a su chófer por una bomba colocada en la carretera cuando se dirigían a Yarmuk (oeste). En Baladruz, a 75 kilómetros de la capital, tres jueces resultaron heridos por una bomba. Recientemente, voces iraquíes han criticado en público y con nombre y apellidos los planes de retirada de EEUU. El jefe del Estado Mayor, el general Zebari, dijo que la marcha era "prematura".