Han sido unas vacaciones cortas, pero ha dado tiempo a que cambien un par de cosas. La cancillera alemana, Angela Merkel, sabía al inicio de su pausa veraniega que dejaba pendientes varias cuestiones clave; lo que no esperaba es que los problemas crecieran en sus apenas tres semanas de descanso.

El inesperado crecimiento de un 2,2% del PIB alemán en el segundo trimestre ha dado nuevas alas a sus socios liberales del FDP para volver a soñar con su ansiada reforma fiscal, mientras los conservadores de la CDU de Merkel solo quieren pensar en el duro plan de ahorro que lograron aprobar en junio y que pretende reducir progresivamente el endeudamiento de Alemania.

CRISIS DE IMAGEN Tras meses cayendo en picado en las encuestas junto a sus socios de Gobierno, Merkel afronta un nuevo curso en el que la prioridad no declarada es superar la crisis de imagen en la que se han sumergido ella y su Ejecutivo. Pero el fin de la crisis pasa por lograr unidad en el Gobierno y recuperar el apoyo de los votantes, dos metas que parecen difíciles de alcanzar teniendo en cuenta los pasos que debe dar el Ejecutivo en varias cuestiones candentes en los próximos meses.