Las aguas coreanas siguen como escenario de juegos de guerra. Seúl y Washington empezaron ayer nuevas maniobras militares en medio del clima de tensión con Corea del Norte a raíz del hundimiento en marzo de la corbeta surcoreana Cheonan . Esta vez durarán 10 días e intervendrán 56.000 soldados surcoreanos y 30.000 estadounidenses. Serán "uno de los mayores ejercicios comunes de simulacro efectuados en el mundo", aclaró un comandante estadounidense.

Corea del Norte, que ve las maniobras como el ensayo de una invasión, respondió con su inflamada retórica bélica y avanzó que su respuesta militar "será el más severo castigo jamás infligido a nadie". Los analistas juzgan improbable que Pyongyang se adentre en una guerra y ven más factible que repita lanzamientos de misiles o ensayos nucleares a medio plazo, atendiendo al relevo en el poder que se avecina por la salud precaria del dictador Kim Jong-il. Por su parte, Pekín ha asegurado que la decisión estadounidense de utilizar en los ejercicios un portaviones es "una provocación", y que Washington lo "pagará caro".