Otra vez las formas, pero también el fondo. El asalto israelí a la llamada Flota de la Libertad , cargada con cerca de 750 civiles y miles de toneladas de ayuda humanitaria para paliar el sufrimiento generado por los cuatro años de bloqueo en la franja de Gaza, levantó ayer una oleada de condenas y estupefacción en todo el mundo. Manifestaciones en las capitales árabes, reproches a los embajadores israelíes en Europa y hasta una asalto frustrado al consulado hebreo en Estambul. El abordaje acabó con la muerte de al menos nueve civiles. Con un agravante: fue en aguas internacionales, variante que los expertos equiparan a un ataque de piratería.

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Hace tiempo que Israel está perdiendo la batalla en la opinión pública. Pero el Estado judío acumula además serios encontronazos con sus aliados, acusaciones de crímenes de guerra en los foros internacionales y órdenes de búsqueda y captura contra sus dirigentes. Todo ello mientras crece el apoyo internacional al boicot a sus productos.

CITA CON OBAMA CANCELADA La crisis desatada por el asalto a la Flota de la Libertad obligó al primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, que estaba en Canadá, a cancelar abruptamente su viaje previsto a EEUU, donde hoy debía reunirse en la Casa Blanca con el presidente, Barack Obama. Netanyahu optó por regresar inmediatamente a Israel. Según un comunicado emitido por la Casa Blanca, Obama dijo "lamentar profundamente" la pérdida de vidas humanas y "expresó la importancia de conocer, tan pronto como sea posible, todos los hechos y circunstancias que rodean los trágicos acontecimientos" sucedidos horas antes.

La muy cauta reacción de EEUU contrasta con el furor en muchas capitales europeas y en el mundo musulmán, donde abundaron las condenas.

La reacción de ayer es más propia de un Estado acorralado. Las autoridades israelíes ya ha- bían advertido a la flotilla de que consideraban su iniciativa "una provocación" y un "acto de propaganda". Para evitar la colisión, les había pedido que se redirigieran al puerto de Ashdod, donde podrían descargar las 10.000 toneladas de medicinas y sillas de ruedas, material de construcción o libretas y pupitres prohibidos por el bloqueo.

"Dejémosles que construyan casas con madera porque el cemento lo utilizarán para los búnkeres", dijo el domingo el primer ministro, Binyamin Netanyahu, refiriéndose a Gaza. Pero nadie esperaba un desenlace tan dramático. Poco antes de que clareara el día y cuando la flota navegaba todavía en aguas internacionales, según un portavoz militar hebreo, comandos de las fuerzas especiales israelíes abordaron las seis embarcaciones fletadas por oenegés de Turquía, Suecia, Malasia y Grecia.

Algunas imágenes muestran al pasaje del Mármara Azu l, un buque turco con cerca de 600 civiles a bordo, haciendo frente a los soldados a medida que descienden desde los helicópteros. Israel sostiene que los militares actuaron en defensa propia para evitar el linchamiento de los pasajeros, a los que acusa de utilizar "palos, cuchillos, tirachinas" e incluso munición real. Los palos y barras se ven en las imágenes, pero los organizadores niegan que tuvieran armas.

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