El llamamiento del director de Naciones Unidas para los refugiados en Gaza, John Ging, --"recomendamos al mundo enviar barcos a las orillas de Gaza ...) el mar es abierto y otras oenegés han tenido éxito"-- golpea hoy de forma especialmente dura. Pero en su día obtuvo respuesta, la más importante obtenida jamás para intentar romper el bloqueo de Gaza por mar: la Flota de la Libertad .

Ocho barcos, cerca de 800 activistas propalestinos de medio centenar de países, avalados con la presencia de 16 parlamentarios e intelectuales de distintos países --entre los nombres más conocidos el del escritos sueco Henning Mankell--, y un cargamento de más de 10 toneladas de ayuda humanitaria para la maltrecha franja de Gaza.

La plataforma que logró hilvanar la mayor acción coordinada por mar hasta el momento está liderada por la la fundación humanitaria turca Insani Yardim Vakfi (IHH), con presencia de grupos religiosos musulmanes, que ha trabajado codo con codo con la Campaña Europea para Acabar el Asedio de Gaza e iniciativas similares en Grecia y Suecia. El objetivo era tan ambicioso como peligroso: romper el bloqueo israelí al pequeño territorio controlado por Hamás desde el 2007 --362 kilómetros cuadrados-- con unas de las densidades de población más altas del mundo --un millón y medio de palestinos--. Sus ciudadanos malviven sin las necesidades mínimas cubiertas, con gravísimas carencias en las áreas de salud y educación, y a merced del goteo de ayuda internacional que, con más penas que gloria, logra colarse por los férreos controles israelíes. Una situación que explica el contenido del cargamento de la flota: material de construcción, educativo, medio millar de vehículos eléctricos para discapacitados y 100 casas prefabricadas, entre otro material de primera necesidad y artículos comestibles.

En medio de esta torre de babel del activismo propalestino, también había presencia española en la flota. La del madrileño Manuel Tapial y la catalana Laura Arau pertenecientes a la Associació Cultura, Pau y Solidaritat Haydée Santa María. El periodista valenciano David Segarra, de 33 años, viajaba en el barco asaltado para hacer un documental para la cadena venezolana Telesur.

Mientras la Generalitat daba cuenta ayer del buen estado de salud de los tres españoles, fuentes del consulado de España en Jerusalén no habían podido contactar con ellos.

Manuel Tapial vivió el activismo desde la cuna. Vio, entre otras cosas, cómo su padre, Manuel Espinar, se convertía en escudo humano en la guerra de Irak. Los que le conocen aseguran que lleva el activismo "en la sangre". Laura, natural de Taradell (Barcelona), es periodista y, de una forma u otra, ha estado siempre vinculada al activismo propalestino. Manu y Laura, unidos por esta causa, contactaron por internet y acabaron siendo pareja. Manu se fue a vivir a Vic (Barcelona) y la asociación que fundó y preside el padre en Madrid tiene una hermana gemela allí.

Rosa Crusellas, madre de Laura, explicó que se cercioraron de que algo iba mal al perder la conexión con su hija y su yerno a través de internet.