Una de cal y otra de arena, al menos en lo que al tono del discurso se refiere. Lejos de hablar con una sola voz tras la confirmación de que el buque de guerra surcoreano Cheonan había sido enviado a las profundidades marinas en marzo, por el disparo de un torpedo realizado desde un submarino norcoreano dentro de las aguas territoriales de Corea del Sur --el más mortífero incidente naval entre ambas mitades de la península coreana desde la guerra de los años 50-- Washington y Seúl parecieron ayer optar por lenguajes diferentes. Mientras EEUU apostó por una diatriba de gran dureza contra el régimen de Pyongyang, las autoridades surcoreanas emitieron llamamientos a la moderación y anunciaron que meditarían su respuesta.

La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, llegó ayer tarde a China, tras una escala en Tokio, donde exigió a Corea del Norte que pusiera fin a sus acciones "provocadoras". "No podemos dejar que este ataque se quede sin la respuesta de la comunidad internacional, y vamos a optar por las mejores opciones", declaró la mandataria norteamericana. "Vamos a enviar a Corea del Norte un mensaje claro y sin equívocos" posibles, remachó Clinton.

Por su parte, el presidente surcoreano, Lee Myung-bak declaró ayer que su país respondería con prudencia al ataque, al tiempo que calificó el incidente de "violación del armisticio" que puso fin a la guerra de Corea.

Los analistas barajan la posibilidad de que EEUU y Corea del Sur respondan realizando maniobras navales militares conjuntas en el mar Amarillo, además de elevar el nivel de alerta, que afectaría a 28.500 soldados estadounidenses en el país.