Un total de 18 personas --12 civiles afganos y 6 militares extranjeros, de los cuales 5 son estadounidenses-- fallecieron ayer como consecuencia de un atentado suicida cometido por un talibán contra un convoy de la OTAN en el oeste de Kabul. Es el ataque más sangriento contra las tropas extranjeras en la capital de Afganistán desde septiembre del 2009, cuando seis soldados italianos perdieron la vida en un ataque con coche bomba.

El atentado se produjo a primera hora de la mañana en las proximidades del centro de reclutamiento del Ejército de Afganistán en Kabul cuando un suicida al volante de un vehículo cargado de 750 kilogramos de explosivo lanzó el coche contra un convoy de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF).

La mayor parte de víctimas, civiles afganos, iban a bordo de un autobús que se encontraba en una parada cercana. En la misma zona se ubica el Parlamento y otros edificios oficiales. Los talibanes reivindicaron el ataque a través de uno de sus portavoces, Zabiulah Mujahid.

COMPROMISO El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, condenó el atentado y reiteró el compromiso adquirido por la organización para lograr la estabilización de Afganistán. "La OTAN sigue comprometida con su misión de proteger al pueblo afgano y reforzar la capacidad de Afganistán de resistir al terrorismo", apuntó el secretario general.