El presidente de México, Felipe Calderón, ha expresado hoy su "firme condena" de la ley de Arizona que convierte en un delito la inmigración ilegal. En una rueda de prensa conjunta con su homólogo de EEUU, Barack Obama, con quien se ha reunido en la Casa Blanca, el dirigente mexicano ha manifestado su rechazo a la criminalización de la inmigración.

A juicio de Calderón, la ley del estado de Arizona, que entrará en vigor en julio, aplica principios "parciales y discriminatorios". La normativa permite a la policía local y del estado interrogar a cualquier inmigrante sospechoso de estar en situación irregular. Hasta ahora, esta situación solo se producía si el inmigrante había cometido alguna infracción.

Calderón, que ha insistido en que respeta la potestad de Estados Unidos para legislar, ha considerado que ambos países deberían trabajar juntos para desarrollar una política migratoria que no obligue a la gente a "vivir en la sombra", "con leyes como la de Arizona, que fuerzan a nuestra gente a afrontar la discriminación". En EEUU viven unos 12 millones de inmigrantes en situación ilegal, la mayoría de México y Centroamérica.

"EXPRESIÓN DE LA FRUSTRACIÓN"

Obama se ha mostrado comprensivo con el malestar de México y ha recogido el guante que le ha lanzado Calderón. Así, ha asegurado que defenderá una reforma de la política migratoria a nivel federal que evite normativas como la de Arizona y que permita una "inmigración ordenada y segura". El jefe de la Casa Blanca ha reiterado que "se puede y se debe" impulsar esa reforma en el Congreso.

El jefe de la Casa Blanca ha admitido que la ley de Arizona representa "una expresión mal encaminada de la frustración" del "sistema fallido de inmigración" de Estados Unidos. También ha reconocido que la ley podría ser discriminatoria. "Creo que existe el riesgo de que se aplique de forma discriminatoria", ha apuntado. Por ello, ha explicado que ha encargado al Departamento de Justicia que examine el téxto para ver si se ajusta a las leyes federales y a los derechos civiles.

PROCEDIMIENTO COMPLICADO

La reforma que planteará Obama deberá incluir, ha dicho el presidente, sanciones a quienes contraten a trabajadores ilegales y una vía para la legalización de los indocumentados que pase primero por el pago de multas y el aprendizaje del inglés. "Creo que si aprobamos algo así, serán menos probables medidas como la de Arizona", ha apuntado Obama.

Sin embargo, el camino no será fácil. Así lo ha reconocido el propio Obama, que ha advertido de que para que la propuesta salga adelante es necesario el apoyo en el Congreso tanto de demócratas como de republicanos. "No tengo ahora mismo 60 votos en el Senado", el mínimo necesario para evitar posibles vetos a la medida, ha recordado el dirigente demócrata.