El Gobierno francés autorizó ayer la expulsión a Irán de Ali Kakili Rad, uno de los asesinos del último primer ministro del sah, Chapour Bakhtiar, condenado en París a cadena perpetua. La decisión se produjo al día siguiente de la liberación de Clotilde Reiss, la joven de 24 años retenida diez meses en Teherán bajo la acusación de atentar contra la seguridad del régimen de Mahmud Ahmadineyad, y una semana después de que Francia negara la extradición a EEUU del ingeniero iraní Majid Kakavand, acusado por la justicia americana de comercio ilegal de material militar. ¿Azar del calendario o intercambio de rehenes? Pese al tesón con el que el Ejecutivo desmintió cualquier relación entre estos hechos, no pudo evitar la polémica.

Las críticas de la oposición y el escepticismo ante la versión oficial arreciaron ante la revelación, por parte de un antiguo dirigente de los secretos franceses, de que Reiss trabajaba para los servicios de inteligencia. El Gobierno también negó toda vinculación con el espionaje de la joven, de 24 años, presentada hasta ahora como una inocente estudiante apasionada por la cultura iraní y con un gran conocimiento del árabe y de la lengua persa.