Decenas de heridos yacen en la explanada situada frente al Hotel Vila Creole, de la ciudad de Puerto Príncipe, donde su personal ha improvisado un hospital de campaña para atender a las víctimas del terremoto que el martes devastó la capital haitiana.

Al menos seis personas han muerto entre loas heridos que han llegado a este centro médico, que se ha organizado sobre la marcha, ha dicho una de las propietarias del hotel, Melissa Padbeg.

Molencina Monnaie, de 10 años, tiene un grave traumatismo craneal y lesiones en las piernas. "No habla desde el terremoto", se ha lamentado su padre, Stannis, de 39 años, quien acompaña a la pequeña junto a su esposa, Norlyne Saintal, de 27.

VERSOS DE UNA BIBLIA

Con gesto grave, Stannis ha explicado que también perdió en la catástrofe a su otro hijo, de 3 años, pero "pese a todo damos gracias por estar vivos", ha agregado, mientras su esposa acaricia a la pequeña en el pecho y le recita en creole (idioma oficial haitiano) versos de una biblia que sostiene con la mano izquierda.

Los heridos yacen en el suelo, en el exterior del Vila Creole, algunos sobre colchonetas, tal vez tapados con sábanas, y reciben atención médica de un doctor y dos enfermeras de Cruz Roja, así como apoyo del personal del hotel.

SIN SABER DONDE IR

También las hermanas Louisa, Alice y Erlande Roselin, de 23, 20 y 25 años, respectivamente, figuran entre los heridos, gran parte de los cuales no ha comido nada desde que la tragedia azotó a la capital caribeña. "No tenemos adónde ir. Nuestra casa se hundió", ha asegurado Alice, la herida más grave.

La mujer ha explicado que en el momento del suceso echó a correr y se tendió en el suelo, en el exterior, lo que no la libró de recibir fuertes golpes que la hirieron en la cabeza y en la mano derecha, que ahora lleva vendadas.

Al tratar de rememorar lo sucedido, Alice se altera y apenas acierta a articular palabra. El dolor solo le permite explicar que ha perdido su casa, que su hijo pequeño está con un tío y que no saben que harán a partir de ahora para salir adelante entre tanta desolación.

"Ahora estamos invitando a la gente a buscar otros lugares donde puedan darles asistencia médica, porque aquí no vamos a tener suficientes medicamentos ni el equipo necesario para atender a los que presentan los traumatismos más graves", explicó a Efe la propietaria del hotel.

ESCASEAN LAS MEDICINAS

La mayoría de las personas padecen traumatismos craneales y fracturas de piernas y brazos, además de lesiones internas, agregó Melissa Padberg.

La oenegé Esperanza para Haití ha suministrado al hotel las medicinas y materiales con los que se ha estado asistiendo a los heridos, pero ahora empiezan a escasear.

La tensión en el ambiente se acentúa por el llanto de los niños y los gritos de dolor que de cuando en cuando se escuchan en la explanada.

Son los mismos alaridos que rompieron el silencio la pasada madrugada, acompañados de cánticos religiosos de algunas personas que se encomiendan con frecuencia a Dios, en particular cada vez que una de las numerosas réplicas del temblor hace retumbar el suelo.

En el interior del hotel, que también ha sufrido derrumbes parciales por el terremoto, su personal se afana en inspeccionar las habitaciones y tratar de asegurar suministros esenciales como el gas, la luz y el agua.

En este emblemático establecimiento se alojan muchos de los periodistas llegados a Haití para cubrir la información de la catástrofe, aunque la mayoría ha dormido al raso, en torno a la piscina, por temor a derrumbes.