Todo el mundo esperaba que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el primer ministro chino, Wen Jiabao, lograran desencallar las negociaciones del clima con propuestas novedosas, pero sus discursos de esta mañana ante el plenario de la conferencia de Copenhague no han ofrecido nada nuevo.

Previamente, Andreas Carlgren, el ministro de Medioambiente de Suecia, país que ostenta la presidencia de la UE, ha reiterado que solo los dos grandes emisores mundiales de dióxido de carbono, EEUU y China, pueden desencallar las negociaciones.

"Hay diferencias profundas, pero todavía podemos lograrlo", ha añadido. Más pesimista, el primer ministro indio, Manmohan Singh, ha dado por hecho de que gran parte de los asuntos en discusión deberán negociarse a lo largo del 2010.

El problema de la verificación

El principal escollo de las negociaciones es la creación de un fondo de ayuda para que los países en desarrollo puedan prepararse para los peores efectos del cambio climático.

No solo está en discusión la cuantía económica del fondo y quiénes serían los donantes, sino especialmente los requisitos de verificación, es decir, que garantías tendrán los países en desarrollo de que sus aportaciones se destinan a buenos propósitos. Para algunas potencias emergentes, como China y Brasil, es inaceptable que alguien se pueda inmiscuir en su sistema energético.

Taxativo

El presidente de EEUU ha sido muy taxativo: "Debemos tener un mecanismo para revisar si se están están cumpliendo los compromisos y queremos que esa información sea transparente. Estas medidas no deben ser intrusivas o atentar contra la soberanía. Deben, sin embargo, asegurar que las acciones son creíbles".

Sin embargo, en un discurso anterior, Wen Jiabao también había sido categórico: "China ya dispone de leyes nacionales que garantizan el cumplimiento" de esas medidas, aunque ofreció un "diálogo internacional y cooperación" para encontrar un acuerdo.

Repetir lo ya conocido

Obama ha reiterado su propuesta para reducir las emisiones de CO2 en un 17% en el 2020 con respecto a los valores del 2005 (equivalente a un descenso del 5% con respecto al 1990, la referencia empleada por todos los demás países).

"Estoy seguro de que EEUU coumplirá sus requisitos -ha dicho escuetamente-. Vamos continuar en esta línea de acción pase lo que pase en Copenhague".

En cuanto a la cantidad de la donación, el líder estadounidense ha repetido lo que la víspera había dicho su secretaria de Estado, Hillary Clinton: Estados Unidos quiere colaborar en el fondo de ayuda contra el cambio climático, pero sin precisar qué parte le correspondería.

Negociación a toda velocidad

Durante toda la noche, 27 delegaciones representantes de los 193 países que han acudido a la conferencia han estado trabajando en busca de un texto de consenso que pueda ser suscrito por todos, pero los avances han sido escasos.

Entre los 27 negociadores han estado España, con Rodríguez Zapatero y la ministra Elena Espinosa al frente, así como la Unión Europea, Estados Unidos, China, Rusia, Australia, Suráfrica, Arabia Saudí, Bangladesh, Brasil, Colombia, Etiopía, México, Alemania, Francia, India, Indonesia, Maldivas y el Reino Unido, entre otros.

Germen del acuerdo

Tras las reuniones nocturnas, que continúan todavía, en lo único en que ha habido acuerdo es dos aspectos. El primero es una obviedad: el texto final debería incluir una mención a que es voluntad de la comunidad internacional que las temperaturas terrestres no aumenten más de dos grados con respecto a los niveles preindustriales (año 1800). No dice, sin embargo, qué es lo que habrá que hacer para lograrlo.

El segundo no es nada obvio, pero sí inconcreto. El borrador, aceptado por los 27 negociadores, afirma que los países industrializados deberán aportar anualmente 100.000 millones de dólares (72.000 millones de euros) a partir del año 2020 en ayudas para que los países más desfavorecidos puedan prepararse para el cambio climático. Se empezaría en el 2010 por una cantidad menor y se iría subiendo progresivamente.

Sin embargo, al margen de los anuncios unilaterales que la UE y Japón ya han hecho a corto plazo (2010-2012), el texto no especifica ni quién deberá aportar los fondos, ni cómo se conseguirán ni quién los recibirá y en qué cuantía.