Las calles de Bagdad volvieron ayer a teñirse de sangre. Una cadena de atentados causó entre 112 y 127 muertos, según las fuentes, así como unos 450 heridos, y convirtió la jornada en una de las más mortíferas este año en la capital iraquí.

El terror, el caos y la confusión fueron las notas dominantes. Durante todo el día hubo un continuo baile de cifras sobre el número de víctimas. En total hubo cinco atentados consecutivos, aunque solo cuatro fueron perpetrados por suicidas que conducían coches bomba.

La primera explosión se registró frente al Instituto de Tecnología, en el barrio de Dora, y tuvo como objetivo una patrulla policial. Murieron al menos tres policías y 12 estudiantes. Varias decenas más de estudiantes resultaron heridos.

Las siguientes explosiones se produjeron minutos después cerca de edificios oficiales. Uno de los coches bomba alcanzó la sede provisional del Ministerio de Finanzas, que se había trasladado al céntrico distrito de Chorja después de que un atentado similar, el 19 de agosto, hubiera dañado considerablemente el edificio donde se ubicaba. "Un kamikaze ha penetrado con un minibús lleno de explosivos en el párking contiguo y lo ha hecho estallar", explicó un policía.

Otro suicida hizo estallar una camioneta contra el Palacio de Justicia, mientras que un autobús estalló en una vía subterránea junto al Ministerio de Trabajo. El quinto ataque tuvo como objetivo una antena del Ministerio del Interior, pero no fue un atentado suicida.

SIMBOLOS DEL PODER "Estos crímenes llevan la marca del grupo terrorista Al Qaeda y de los baasistas (del ahora proscrito partido Baas, que dirigía el derrocado Sadam Husein), apoyados desde el exterior. Los enemigos de Irak y de su pueblo quieren crear el caos", afirmó en un comunicado el primer ministro Nuri al Maliki.

La planificación de estos atentados es parecida a los ocurridos los pasados 19 de agosto y 25 de octubre. Entre ambos causaron más de 250 víctimas, y también tuvieron como objetivo símbolos del poder. El Gobierno iraquí también acusó en ambas ocasiones a Al Qaeda y el Baas.

El repunte de la violencia socava el discurso de Maliki que, de cara a las próximas elecciones legislativas, se atribuye el mérito de haber incrementado la seguridad en el país.

CAPACIDAD PARA GOLPEAR La frecuencia de los atentados ha ido claramente a la baja en relación a hace pocos años, cuando los ataques suicidas se producían casi a diario. Pero las masacres de los últimos meses han puesto de manifiesto que los insurgentes tienen aún capacidad para golpear y causar un gran número de víctimas. De hecho, el 2009 ha sido mucho peor en este sentido que el 2008.