Mal día eligió el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, para ir a Berlín a pedir al Gobierno alemán que envíe más soldados a Afganistán. Su visita estaba prevista desde hace semanas y nada indicaba que la polémica por el ataque de Kunduz volvería a estallar en este momento. Pero lo hizo. Por eso sus reuniones con la cancillera, Angela Merkel, y con el Ministro de Exteriores, Guido Westerwelle, fueron poco fructíferas.

Merkel se negó a pronunciarse sobre una posible ampliación de la misión alemana hasta que se celebre la conferencia internacional sobre Afganistán de enero en Londres. Berlín exige desde hace meses un plan de retirada antes de comprometerse, pero Rasmussen evitó ayer hablar de plazos, ni siquiera de los que se filtran desde la Casa Blanca.