Mientras Israel sigue expandiendo los asentamientos sin ningún respeto hacia sus compromisos adquiridos en los acuerdos de Oslo o la hoja de ruta, exige, en cambio, a los palestinos que los cumplan a rajatabla. El Ministerio israelí de Defensa emitió el mes pasado una orden para echar abajo un estadio de fútbol con capacidad para 8.000 espectadores, recién construido a las afueras de Ramala. El coliseo se ha levantado con fondos de Francia, Alemania y la FIFA, y es un lujo en un territorio donde escasean las instalaciones de ocio. Su demolición podría desatar un conflicto diplomático.

La historia se remonta varias décadas en el tiempo. En 1981, el Ejército israelí autorizó la construcción del estadio en Al Bireh, un pueblo pegado a Ramala. Pero el proyecto no arrancó hasta hace tres años. Entre medio, se firmaron los Acuerdos de Oslo, que dividieron los territorios palestinos en tres zonas con distinta jurisdicción. La llamada área C, que abarca el 62% de Cisjordania, quedó bajo control absoluto de Israel. En esta zona, sus habitantes no pueden ni edificar, ni hollar un pozo ni arreglar una carretera sin permiso hebreo.

El Estado judío sostiene que parte del estadio se levanta en terrenos del área C y ha pedido a sus constructores que lo derriben en un plazo de siete días. Y eso que antes de final de año estaba prevista su inauguración con un partido amistoso entre Palestina y una selección árabe.

"Es injusto e irracional que tengamos que pedir permiso y esperar la licencia israelí para construir en una zona que, aunque calificada como C, está dentro de los límites municipales aprobados y reconocidos", se lamentó Samih Al-Abed, arquitecto municipal de Al Bireh. Para el funcionario, se trata de una decisión política destinada a presionar a los palestinos para que reanuden un proceso de paz estancado desde finales del 2008. "Esta es una típica medida de presión de Israel", agregó.