Todos coinciden en que se trata de la gira más complicada desde que llegó al poder en enero pasado. Durante los próximos nueve días, el presidente de EEUU, Barack Obama, podrá dejar a un lado su particular batalla para sacar adelante la reforma sanitaria, o el diseño de una nueva estrategia en Afganistán, para relanzar las relaciones de Washington con Tokio, y especialmente con China, el plato fuerte de esta salida al exterior que, además, incluirá paradas en Singapur para participar en la cumbre del foro económico Asia-Pacífico (APEC) y en una reunión de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (Asean), y una visita a Corea del Sur. La revista Newsweek aseguraba esta semana que, por primera vez, EEUU acude a la región sin nada a cambio que ofrecer pero con varias peticiones, todo ello marcado por el creciente poderío de China. "Bienvenidos al nuevo orden mundial", subrayaba el artículo, en el que aseguraba que Obama será "todo sonrisas" durante las diferentes paradas en su periplo asiático, en el que tampoco se esperan avances en la lucha contra el cambio climático de cara a la próxima cita de Copenhague.

La primera escala es en Tokio, donde el presidente se entrevistará hoy con el primer ministro, Yukio Hatoyama, con el espinoso asunto de la base militar de EEUU en Okinawa encima de la mesa. Afganistán y la crisis económica también centrarán la agenda. Después de ofrecer un discurso sobre las relaciones de Washington con el mundo asiático, Obama se trasladará a Singapur, donde le esperan los mandatarios de la cuenca Asia Pacífico para participar en un nuevo foro de cooperación de la APEC, además de una cumbre de líderes de la Asean. Sin duda, el plato fuerte de la gira será China. El presidente hará una primera parada en Shanghái, donde se espera que mantenga un encuentro con estudiantes chinos, antes de llegar a Pekín.

POLITICA DE CONFIANZA Hace unas semanas, el subsecretario de Estado norteamericano, Jim Steinberg, hacía referencia a la nueva política de "confianza estratégica" por la que apuesta Obama, según la cual Washington está dispuesto a dar la bienvenida al ascenso de China y otras potencias emergentes como India o Brasil, pero a cambio espera que esos países no sean una amenaza para sus intereses.

"China es un aliado vital y a la vez un competidor". Con estas palabras, Obama resumió a la perfección su visión del gigante asiático en una reciente entrevista a Reuters. El presidente es consciente de que EEUU necesita desesperadamente que el Gobierno chino siga comprando títulos de su deuda. Por eso, no se espera que ni la situación de los derechos humanos ni el cambio climático marquen el tono ni el contenido de las conversaciones. En cambio, sí habrá una petición expresa de que el gigante asiático abra su mercado a más productos estadounidenses y de una revalorización del yuan.

ENVIADO Obama concluirá su gira en Seúl, donde tampoco se esperan grandes anuncios. Corea del Norte será uno de los asuntos sobre la mesa, más después de que se anunciara que un enviado especial viajará a Pyongyang para iniciar un diálogo directo con el régimen sobre su programa nuclear. La relación con Seúl pasa por un buen momento, pero aún no han concluido las negociaciones para un tratado de libre comercio. El punto crítico sigue siendo el acceso de vehículos estadounidenses al mercado surcoreano, reconoció hace días Jeffrey Bader, del Consejo de Seguridad Nacional.