Los jefes policiales que no se pliegan a los designios del narcotráfico no duran mucho en México. Ascendido el mes pasado, José Romero ni siquiera era un gran jefe, sino apenas subcoordinador operativo de la policía municipal de Veracruz, pero quizá sus patrullas interferían el quehacer de la mafia tras las descargas del puerto. En la madrugada de ayer, los sicarios dispararon con tal poder de fuego contra su casa que la incendiaron y mataron a toda la familia: Romero, su mujer, sus dos hijos y otros dos jóvenes familiares.

Gran puerto del país y enclave de la ruta de las drogas por levante, Veracruz es ahora bastión de Los Zetas, el grupo paramilitar del cártel del Golfo. Pero los enfrentamientos con la policía, los acosos de otros grupos y las venganzas han dejado 30 muertos en dos meses.