La Policía iraní se ha empleado con dureza para impedir una marcha convocada en el centro de Teherán para protestar contra el resultado de las elecciones presidenciales del 12 de junio.

Según testigos presenciales, agentes antidisturbios recurrieron a cañones de agua y gases lacrimógenos para dispersar a miles de personas que trataban de concentrarse en la emblemática calle Enguelab, pese a las advertencias del líder supremo de la Revolución, el ayatolá Ali Jameneí.

La máxima autoridad de Irán exigió el viernes a los líderes de la oposición que pusieran fin, de forma inmediata, a las concentraciones o serían los responsables directos de un "baño de sangre".

Los principales representantes reformistas pidieron esta misma mañana a sus seguidores que se reunieran en el centro de Teherán, tomado por cientos de antidisturbios y milicianos islámicos "Basij", afines al régimen, que iban armados y con cascos similares a los de la policía.

Aún así, miles de iraníes desafiaron la advertencia y trataron de acercarse a la zona para proseguir con las protestas que iniciaron hace una semana.

"Ha habido muchas personas arrestadas. A muchas se les han quitado los teléfonos móviles que utilizaban para grabar" ha explicado otro de los testigos.

En coincidencia con estos hechos se produjo la muerte de un terrorista suicida, que hizo estallar cerca del mausoleo del imán Jomeini, en el sur de Teherán, una carga explosiva que ha causado heridas a ocho personas.