Miles de seguidores del líder reformista Mirhusein Musavi volvieron ayer a desafiar la prohibición del Gobierno ultraconservador del presidente reelecto, Mahmud Ahmadineyad, y se manifestaron a partir del anochecer por una de las principales avenidas del norte de Teherán.

El régimen impuso un bloqueo informativo a la prensa internacional, a la que prohibió expresamente salir a la calle para informar de lo que está ocurriendo en la capital. De momento, al menos siete personas, todas civiles, han muerto en los disturbios que empezaron el sábado, un día después de darse a conocer los resultados que dieron la victoria a Ahmadineyad.

A media tarde, este enviado especial presenció a grupos de partidarios de Musavi, principalmente jóvenes, que subían dirección norte la avenida Vali Asr, la principal arteria de la capital. Se dirigían con el brazo extendido y haciendo el signo de la victoria, uno de los símbolos de esta movilización popular, a la plaza Vanak, para iniciar juntos la marcha, de nuevo multitudinaria, según diversos testigos.

Los reformistas decidieron por la mañana cambiar la ubicación de la protesta, programada desde el día anterior en una plaza del centro, ya que en ese mismo lugar, y a la misma hora, las cinco de la tarde, Ahmadineyad había convocado a sus fieles. Musavi hizo un llamamiento a sus seguidores para que se alejaran del lugar y "salvar vidas", dijo. Para los reformistas, la consigna sigue siendo mantener la protesta en silencio y pacíficamente.

OCTAVILLAS CLANDESTINAS La manifestación de los ultraconservadores, que concentró a decenas de miles de personas, fue retransmitida por la televisión estatal iraní. Estas se convirtieron en las únicas imágenes que contaron con la autorización del régimen para salir al exterior.

En las calles del centro, no lejos del lugar donde se aglutinaron los seguidores del mandatario iraní, algunos jóvenes repartían clandestinamente a los transeúntes octavillas con fotografías de la represión policial.

La orden de censura a los periodistas extranjeros llegó en forma de fax por la mañana a las principales agencias internacionales de prensa. El texto indicaba que quedaban anuladas todas las acreditaciones y permisos para trabajar. Para hacerlo es necesario a partir de ahora una autorización expresa.

SIN TESTIGOS INCOMODOS Ya el lunes, las autoridades advirtieron a los informadores que deberán abandonar el país cuando venzan sus visados, dado que no tienen la intención de prorrogarlos. Ello supone que la gran mayoría de los enviados de los medios extranjeros deberán salir del país esta misma semana. No quieren más testigos incómodos.

Conscientes del vacío informativo que estas medidas van a generar, los jóvenes iraníes ya han empezado a colgar en internet imágenes captadas con los teléfonos móviles de las protestas, las mayores vistas en Irán desde la revolución islámica de 1979, y de la represión. En una de estas imágenes, emitida ayer por la cadena británica BBC y tomada el lunes por la mañana, se ve a un hombre de civil disparando con un arma automática desde la ventana de un edificio, y a un joven pro-Musavi, que se cubre el rostro con un pañuelo, sangrando de un brazo.

En otra, se aprecia a decenas de personas gritando el nombre de Musavi en el interior de una estación de metro de Teherán y la de un grupo de manifestantes que lanzan piedras contra un vehículo policial en llamas. Un estudiante captó también las protestas que se registraron ayer en el interior de la universidad de Teherán, que el domingo fue asaltada por la policía y los basijs , los milicianos islámicos.

Los basijs, muchos vestidos con atuendos militares --el propio Ahmadineyad fue un de ellos en su juventud-- se pasean amenazantes en grupos por las calles de la capital montados en motocicletas. O se les ve apostados en las esquinas, vigilando las calles.

Ayer por la noche, miles de iranís se sumaron, una vez más, a lo que ya se está convirtiendo en otro símbolo de esta gran movilización. A partir de las diez, suben a las azoteas de los edificios, o abren las ventanas, para gritar al unísono "Al Akbar" (Dios es grande). Este fue el grito de guerra de la revolución de 1979 que destronó al sah.