El Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) de Erdogan ha fracasado en su intento de ganarse la simpatía de los kurdos. Los comicios en el sureste de Turquía, de mayoría kurda, se habían planteado como un referendo entre dos formas de ver la política: el PJD como partido capaz de dar buenos servicios a esta zona castigada por el olvido y la pobreza, frente a la visión identitaria de los nacionalistas kurdos del Partido de la Sociedad Democrática (PSD), a los que se acusa de ser el brazo político del PKK.

Los seguidores de Erdogan se las prometían felices tras los buenos resultados de las legislativas del 2007, en las que superaron en votos al PSD. Sin embargo, en los comicios de ayer no solo fueron incapaces de asaltar la alcaldía de Diyarbakir, bastión nacionalista kurdo, sino que perdieron otras ciudades kurdas que gobernaban desde el 2004. Entre las razones para que los kurdos hayan vuelto la espalda a Erdogan destacan sus coqueteos con el nacionalismo turco y la operación militar contra las bases del PKK en el norte de Irak.

Otra consecuencia de los resultados de ayer es que el PSD se ha convertido en "un partido regional", como apunta la periodista Nuray Mert, no solo porque ha conseguido barrer toda oposición en el sureste kurdo, sino también porque ha perdido el favor de los kurdos que viven en las grandes ciudades del oeste de Turquía.