Con la fusión de los dos grupos más importantes de la derecha italiana, Alianza Nacional (AN) y Forza Italia (FI), al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, le quedará un único aliado incómodo pero necesario: La Liga Norte. Esta formación política es xenófoba y partidaria de la "liberación" de las prósperas regiones del norte del país para crear otro Estado. Pero esta formación obtuvo, en las elecciones del 2008, 86 escaños, es decir, la cifra necesaria de legisladores que Berlusconi necesita para mantener en pie a su mayoría gubernamental. Promotora de medidas para restringir la inmigración y adoptar un sistema federalista, la Liga plantea a menudo problemas. "Quieren demasiado", les aseguró Berlusconi el pasado jueves.