Una nueva muesca en el imparable proceso de Barack Obama hacia los libros de historia: ya es el primer presidente en ir como invitado a un late night show .

Y no fue un late night cualquiera, sino el programa nocturno por definición de EEUU (con el permiso de David Letterman), el Tonight de Jay Leno en la NBC, el que tuvo el jueves por la noche (madrugada de ayer hora española) como invitado a Obama. Fue histórico para la política y la televisión estadounidense, aunque tal vez no pueda decirse lo mismo sobre Leno, a pesar de que el carismático cómico dijo haber pasado "una de las mejores noches de su vida": fue probablemente uno de los programas más aburridos del dilatado currículo de Leno.

Poco arriesgado

Seguramente no podía ser de otra forma: el género del late night en cadenas generalistas da lo que da (Jon Stewart y Stephen Colbert juegan, en el cable, en otra liga) y Obama no se hubiera arriesgado a una sesión de dentelladas.

Fue, citando a Ferran Monegal, un masaje en toda regla, en el que Leno, en su monólogo inicial, dedicó sus chistes a Arnold Schwarzenegger y no al presidente, y en el que Obama cumplió su objetivo de explicar el fiasco de las primas millonarias de AIG y exponer su visión sobre los cambios de regulación, y hasta éticos, que debe afrontar el modelo económico de Estados Unidos.

Hubo solo una pregunta comprometida (sobre la ley aprobada por la Cámara de Representantes que grava en un 90% y a medida las primas de los ejecutivos de instituciones financieras intervenidas por el Estado) que Obama no respondió, y una metedura de pata por parte del presidente, cuando comparó su ya famosa impericia en las boleras con un atleta de los Special Olympics.

Antes incluso de emitirse la entrevista (que era grabada), Obama llamó al presidente de los Special Olympics para disculparse e invitar a algunos atletas a la Casa Blanca, pero eso no impidió que ayer a Obama se le criticara duramente desde todos los medios por su desafortunado chiste.

Tuvo chistes más afortunados el presidente, como cuando comparó a Washington con American Idol (el OT estadounidense) porque "todos son Simon Cowell (una especie de Risto Mejide), todo el mundo tiene una opinión", o cuando dijo que volar en el Air Force One es cool sobre todo por la chaqueta con el sello presidencial que lucen los mandatarios a bordo.

Caramelos en el aire

Obama se presentó con su calma habitual, con la distancia que le gusta tomar respecto a "Washington" y se ganó a la audiencia con sus referencias a sus hijas, a las que lo que más les gusta de sobrevolar Washington en el helicóptero presidencial son los caramelos.

Patinazo de los Special Olympics al margen, Obama logró, pues, su fin de transmitir su mensaje sobre la economía ante una gran audiencia, sin intermediarios periodísticos y en un ambiente distendido y cercano.

Tuvo tiempo hasta de hablar sobre el perro prometido a sus hijas ("Esto es Washington. Fue una promesa electoral") y de desvelar "el pequeño sucio secreto" de la crisis económica: "La mayoría de las cosas que nos han metido en este problema eran perfectamente legales".

Poca broma.