En un gesto de "gran prudencia" --en palabras del consejero de la Casa Blanca Greg Graig--, el presidente de EEUU, Barak Obama, juró ayer por segunda vez el cargo en la Casa Blanca después del traspiés del pasado martes durante la ceremonia oficial de toma de posesión en el Mall de Washington.

El martes, en las escaleras del Capitolio, Obama fue sorprendido por el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, que le alteró el orden de las palabras del juramento, haciéndole equivocar. La tensión y la emoción del momento no permitieron al presidente capear el pequeño cambio. Y se dejó una palabra. Nada más allá de la mera anécdota.

Hasta que ayer, ante la sorpresa del equipo presidencial y un nutrido grupo de periodistas que seguían de cerca los primeros pasos del presidente en su despacho oficial, Obama repitió el juramento. Como el martes, ayer fue el mismo magistrado el que le tomó juramento.

El incidente ha logrado desatar todo tipo de especulaciones y bromas. Desde los más suspicaces, que apuntan a la ideología neocon del magistrado para buscar una intencionalidad en el cambio de orden de sus palabras, hasta el guiño del vicepresidente, Joe Biden que, en una de las fiestas de la noche de la toma de posesión, dijo tener mejor memoria que el presidente del Supremo.