Ojos rojos y salitre en los párpados. El andar cansino y un olor putrefacto, el lógico en una persona que lleva días en el mar, sin más agua dulce que la indispensable para beber. Graves quemaduras en la piel que no ha podido soportar los rigores de un sol de justicia durante la larga travesía. Aun así, a quien les sonríe, le devuelven la sonrisa. Son las primeras impresiones del contacto con 250 inmigrantes clandestinos rescatados en la costa de Lampedusa el martes a primera hora de la tarde por una patrulla de la Guardia Costera, muy cerca de una cala paradisiaca.

Llama la atención una chica muy joven, --"Mi nombre es Osca, tengo 22 años y soy de Nigeria", responde en inglés esta mujer embarazada de siete meses. "Quiero una vida mejor para mi bebé, lo he hecho por mi bebé", acierta simplemente a decir antes de ser atendida.

Dos horas antes, el comandante Damanti había pretendido descansar tras la comida. Otra vez imposible. Desde que empezó junio, no dan abasto. El aviso llega de un pesquero. Es una barca de madera no demasiado grande con 250 inmigrantes. Los turistas que están en una cala a la que solo se puede acceder por mar pueden, de lejos, seguir el rescate. "No es habitual que una embarcación llegue tan cerca de la costa sin ser vista ni por el avión ni por un pesquero", explica el comandante, para añadir que la barca zarpó de Túnez, al estar al norte de la isla. Si salen de Libia, llegan al sur.

El hacinamiento en la barca provoca momentos de peligro cuando, al percatarse de haber sido vistos, algunos se levantan. "¡Seat down!" --"¡siéntense!"-- les grita un miembro de la tripulación que se dispone a darles la mano, para ayudarles a subir al buque de salvamento. Una vez los 250 en el buque de la Guardia Costera es fundamental repartir el peso en proa, popa y laterales.

"Me duelen mucho las piernas", dice Alí, de 25 años, de Gambia. "Estoy muy feliz de estar en Italia", añade.

Después de una primera y breve atención en el muelle, un autocar los espera para trasladarlos al centro de acogida de Lampedusa. Allí se decidirá si son devueltos o trasladados a otros centros de internamiento de Italia, ya sea en Sicilia o en el continente.